ETA sigue aquí

ETA sigue aquí

ETA sigue aquí

El curso lectivo 2017 – 2018 me brindó una oportunidad de oro: participar en dos conferencias a alumnos de Derecho y Criminología de la Universidad CEU San Pablo de Madrid: Terrorismo. Tenía que exponer la experiencia como víctima de un atentado y relatar el concepto aplicado a este hermoso país llamado España.



La primera sorpresa es ver a los alumnos y darse cuenta que, cuando ellos nacieron, uno ya tenía algún trienio como Guardia Civil. En aquellos tiempos, los terroristas asesinaban a compañeros. En ese momento te das cuenta que ellos son jóvenes y tú... un joven con más edad.


Los muchachos apenas saben los nombres de los terroristas. Incluso se sorprendían cuando, de manera muy somera, exponía los actos de terrorismo realizados por “criaturas”, a quienes se les ve con frecuencia en programas de televisión. Es más, en algunos lugares de España, son aclamados y se tiene a gala hacerse fotografías a su lado, independientemente si se está o se es ajeno a la política.



Las nuevas tecnologías ayudan mucho a la hora de exponer un tema. Una imagen vale más que mil palabras. Por ello, me aproveché de una pantalla de video instalada. Allí se iba proyectando un video con imágenes de los hechos referidos:



        -Cuando dudéis de lo que hablo, mirad a la pantalla. Luego, volvéis conmigo.



Ver los cuerpos destrozados, mutilados, regueros de sangre en el suelo, coches explosionados, autobuses abiertos en canal, junto con las fotografías de los terroristas sirve para explicar aquello que ahora parece tan lejano y sigue muy cercano para nosotros; vemos esas imágenes y olores todos los días y noches. Lamentablemente nunca podremos eliminar de nuestro interior aquél fatídico día del atentado, pese a los intentos de los políticos de mierda de este país.



Una amiga, de envidiables “veintipocos” años de edad, ha cogido por costumbre viajar aquellas tierras de las provincias vascongadas. Las calles siguen teniendo enarboladas banderas, colgantes carteles, pintadas, anagramas, alabanzas, todo muy etarra. Esos lugares, donde se asesinó a ciudadanos por el mero hecho de pensar diferente; aquellas calles ocupadas por delincuentes, quienes decidían quién, cómo y cuándo destrozar familias enteras, siguen igual o peor que hace años.



“ETA ya no existe”, dicen; la banda ha pasado a la “historia”; ETA ya no mata, no. Elija usted, querido lector, la consigna que desee, entre las múltiples mentiras regurgitadas por los peores actores de la política. Discrepo.



El terrorismo ha logrado parte de sus fines: la mejor forma de ser contrario a la Constitución y a España es vivir del presupuesto público. Esos delincuentes viven bien, muy bien, tras ganar un lugar en las instituciones. Ayuntamientos, diputaciones, parlamentos y gobiernos autonómicos, además del Congreso y Senado de España se ven manchados por los “culiparlantes” proclives a la bandas terroristas: Bildu y Sortu, como claros ejemplos, y otras siglas se dan de abrazos con los asesinos.



España ha cambiado mucho, demasiado. Los asesinos ya no matan. Es cierto, parte de sus objetivos se han conseguido: manejan el poder, presupuestos y millones de euros incluidos a su antojo. Tienen amedrentados a gran parte del resto de representantes en las instituciones, al menos en las Vascongadas y Navarra. ¿Cuántos cientos de miles de personas huyeron de aquellas tierras por no poder soportar la presión terrorista e intentar conservar su vida y la de su familia? ¡Ah, es verdad! Eso no se cuenta. Tampoco se tiene noticia de la autoría de más de 350 asesinatos sin resolver. Poco importa a algunos. Menos aún los homenajes que se producen a los terroristas cuando salen en libertad, aclamados en sus pueblos como si hubieran conseguido una gloria deportiva.



Nos llaman revanchistas cuando pedimos que se mantengan en prisión cumpliendo de manera íntegra cada condena. Nos tildan de desalmados, cuando sugerimos la detención de miembros terroristas fugados desde hace años para responder ante la Justicia. Nos tachan de “conspiranoicos”, cuando leemos el sumario de un atentado y, ante los agujeros negros hallados en la investigación, dudamos de la sentencia del mayor atentado terrorista de Europa. ¿Qué debemos hacer?



Algunos se han rendido, seducidos por las mieles de la política, que alimentan el buche para hacerles no caber en sus trajes inmorales de pequeña talla y talle. Otros continuamos en el mismo lado de la acera, sin cruzar las líneas rojas que nos marcó la barbarie terrorista. Recordamos a los muertos, a las familias, a los heridos, a los exiliados de sus tierras por la lacra del terrorismo. Además, en cuanto se nos da una oportunidad, explicamos a la juventud qué es el terrorismo en España: ni se ha esfumado su presión ni los asesinos han cumplido todas las condenas, ni tampoco han esclarecido todos los hechos, ni entregado las armas.



Este gobierno en minoría debe muchas facturas por su nombramiento. ¿Pagará PSOE las pretensiones terroristas?



ETA sigue aquí.