El diestro Paco Ureña da un pase con la muleta a su segundo toro.

El diestro Paco Ureña da un pase con la muleta a su segundo toro. Javier Lizón Efe

Toros Feria de San Isidro

Paco Ureña se convierte en torero de Madrid

El murciano corta una oreja y pierde la Puerta Grande por el mal uso de los aceros después de apostar por el complicado tercero y cuajar al importante sexto de El Torreón.

11 mayo, 2016 22:31

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Salieron Escribano y Ureña al ruedo dejando atrás la milla verde de los grises y abriendo una ventana a las corridas en las que se imaginan todos. Sólo un espejismo cuando empezaron a desfilar los de El Torero, sosos por dentro y por fuera, una colección de almas mustias que justificó en el último instante el destartalado e importante 'Ojibello', un desfiladero de puntas. Sí aprovechó la ocasión Paco Ureña, que el año pasado abandonó San Isidro desahuciado. Cómo cambian las cosas en 365 días: ya se puede decir que es torero de Madrid después del boceto de Otoño. San Isidro es San Isidro, que diría Boskov. Las dos orejas de Sevilla rodaban por los tendidos.

Con ese ambiente llegaba y estuvo dispuesto y decidido para impulsarse definitivamente. No se lo pensó con el último. Pronto y en la mano comenzó a producir derechazos asentado y dejado caer en la cintura, en el tercio, a la altura del 10, después de un inicio por bajo. La mano derecha tiraba de la embestida importante y con transmisión del sexto hasta atrás y la plaza respondió, despojada por fin de los paraguas que la atenazaban desde el ecuador. Un ole rotundo como hilo musical a cada final de muletazo y 'Ojibello' empujando, yendo largo al embroque.

Al pitón contrario

Así lo cambió de terrenos. Enfundó la derecha y al natural crujieron los tendidos entregados ya a la causa del murciano. El toro se iba apagando y Ureña se cruzaba al pitón contrario, listo: la gente le aplaudió la intención. Citaba con las puntas de los pies por delante, relajado, hasta el final. El toro sacó el último fondo en retirada. Y llegaron los naturales a pies juntos, esta vez sin lágrimas, consciente; una gavilla sin fisuras abrochada por un pase de pecho que descongestionó la ovación. Arregló el lunar de los circulares con el final de faena refulgente cerrando al toro. Llegaba la hora de tirarse al vacío de esas dos puntas. La primera espada tocó hueso y a la segunda se fue detrás del acero. Se pidió con mucha fuerza la oreja concedida.

El estoque del diestro Paco Ureña clavado en el albero tras entrar a matar a su segundo toro.

El estoque del diestro Paco Ureña clavado en el albero tras entrar a matar a su segundo toro. Javier Lizón Efe

Bajo el telón de la lluvia se encontró Ureña al tercero. Apostó por él desde las verónicas cerrado el compás, toreando desde el primer lance. El toro se hizo de rogar para entrar al caballo. Con la muleta Ureña apostó. Mucho mérito el tercer embroque, con el bicho por dentro, descompuesto. Los otros tres muletazos los persiguió sujetando algo más la cara y ahí encontró el torero el botín, en apostar por el cuarto después del remolino de pitones concentrado en las espinillas. Un runrún se escuchó cuando se la echó al natural. Tres derechazos solitarios girando el torero se asomaron al pinchazo que dejó en ovación la oreja.

Fandiño se encontró con 'Gladiador', un burraco de Torrealta que con sus perchas parecía una pintura al lado de los otros cinco a los que remendó. 'Gladiador' salió buscando pelea, estrellándose en el peto y con la cara por el palillo cuando Fandiño se quedó solo con él. Lo intentó con las dos manos pero la prenda estaba orientada. Quiso Fandiño machetearlo pero lo esperaba agazapado, midiendo su oportunidad. Se fue por la espada y lo cazó de mala manera. Se dobló con el segundo, un toro rajadito que mantenía una actitud pacífica hasta que hacía diana en la muleta y soltaba la cara. Alguna vez pasó por dentro y no se inmutó el de Orduña. Alargó buscando la manera de sacar algo, pero el toro no decía nada por ninguno de los dos lados. Alguien desde el tendido contó hasta 50 pases.

El primero de la tarde también fue descarado de pitones y largo y enfibrado. Llegó al tercio de banderillas muy sangrado del caballo. No fue la tarde de Escribano en el segundo tercio brillando con el habitual par desde el estribo. Tuvo mérito el que puso a su segundo. El peligro como 'abitudine'. En realidad no fue su día en general. Con el primero se encontró con un sector a la contra -¿tendría la culpa 'Cobradiezmos'?- que contagió al resto de la plaza conforme avanzaba la faena. Fue algo pegajoso ese toro y luego se paró. No terminó de conjugar el de Gerena, sin el desparpajo de costumbre. El cuarto fue endeble y sin poder y no quedó más que pasaportarlo. Jaime Padilla los apuñaló en el suelo.


Monumental de las Ventas. Miércoles, 11 de mayo de 2016. Sexta de abono. Toros de El Torero, sin entrega el 1º, un 2º rajadito, por dentro y con peligro el 3º, no humilló el blando 4º, un 6º importante y uno de Torrealta (5º) orientado.
Manuel Escribano, de berenjena y azabache. Pinchazo y espadazo caído (pitos). En el cuarto, pinchazo hondo caído y trasero (silencio).
Iván Fandiño, de caña y oro. Media estocada algo trasera (silencio). En el quinto, estocada atravesada y varios descabellos (silencio).
Paco Ureña, de lila y oro. Pinchazo y estocada caída (saludos). En el sexto, pinchazo arriba y buena estocada (oreja).