Se supone que una moción de censura debe inquietar al partido en el Gobierno e incomodar al presidente. La prueba de la atipicidad de la que Podemos presenta este martes es que el siempre evasivo Rajoy la recibe a porta gayola y con el convencimiento de salir por la puerta grande.  

En el mejor de los casos, la moción recibirá el apoyo de 82 de los 350 diputados que componen la Cámara. Es decir, nace muerta. Pablo Iglesias era consciente de ello cuando la promovió, pero su intención no es ganarla sino seguir polarizando la política española para que, a ojo de los votantes, sólo aparezcan dos opciones: Podemos y PP.

Estrategia contra la moderación

Iglesias pretende explotar además la circunstancia de que Pedro Sánchez no tiene ahora escaño en el Congreso para que se le visualice como el referente de la izquierda. Lógicamente, el PP está cómodo con este guión, por más que tenga que responder en algún momento del debate a duros ataques por asuntos como el de la corrupción. Acepta gustoso este papel, sabedor de que lo que a él le deja tuerto, como mucho, ciega la consolidación de una alternativa.  

Con esta moción de censura de martes y 13 regresa al primer plano la estrategia del "sándwich", tal y como aparece formulada en las grabaciones de la operación Lezo por Mauricio Casals, el hombre fuerte de Atresmedia. Se trata de potenciar en la opinión pública a Podemos en beneficio del PP, mientras quedan atrapadas en ese sándwich las opciones moderadas y reformistas: PSOE y Ciudadanos. 

Una apuesta que puede salir mal

Sin embargo, la apuesta de Iglesias encierra riesgos y bien podría ocurrir que acabara volviéndose en su contra. Pese a su probada habilidad política, muchos españoles pueden acabar hartándose de un teatrillo que ya vio representado la semana pasada en la Asamblea de Madrid con paupérrimo resultado.

Los planes pueden haber empezando a torcérsele a Iglesias antes incluso de levantarse el telón. La decisión de la corriente Anticapitalista de sumarse a la vía unilateral de Puigdemont deja en entredicho la autoridad del líder de Podemos al torpedear el modelo de política territorial que ha venido defendiendo con tanto énfasis. Habrá pues que esperar al final para comprobar si las rebanadas del sándwich aguantan en su sitio.