El rescate obligado del tercer banco italiano es la prueba de que el sistema financiero europeo aún no ha digerido la crisis y sigue sin estar completamente saneado. El Monte dei Paschi di Siena no ha sobrevivido ni cinco meses al suspenso del último test de estrés de la Autoridad Bancaria Europea, que detectó en sus balances serios problemas de solvencia.

La inestabilidad política que arrastra Italia, ejemplificada la semana pasada con el descalabro de Matteo Renzi al perder el referéndum de reforma de la Constitución, ha terminado por sentenciar al Monte dei Paschi.

Carnaza para el populismo

Es posible que, en otras circunstancias, con menos turbulencias, el banco más antiguo del mundo hubiera podido captar el capital que le exigía el BCE. Pero no hay que olvidar que los italianos han conocido cinco primeros ministros en los seis años que llevamos de esta década y esa es una circunstancia que no da seguridad a los inversores.

Miles de italianos que habían invertido en el banco perderán ahora sus ahorros, pues la nueva normativa europea impone pérdidas a los acreedores y accionistas. Pero con ellos pagarán también los contribuyentes, a través de las aportaciones que tenga que hacer el Estado. Es fácil imaginar que ello generará un caldo de cultivo propicio para los populismos... y para que haya más inestabilidad.

Se acabó el pasteleo

El hecho de que Mario Draghi, un italiano, sea el responsable del BCE, entidad que se ha mostrado inflexible con el Monte dei Paschi, revela que las autoridades europeas no están por que haya más pasteleos ni componendas y que tienen la intención de cortar por lo sano en el sector bancario.

Es difícil que el caso del Monte dei Paschi pueda contagiar en el corto plazo a otros bancos del país, pues el resto de los que fueron analizados en julio consiguieron buenos resultados, por encima incluso de la media europea. Pero se trata de un aviso a navegantes y hace que se enciendan las alarmas sobre países con problemas en su sector financiero, como es el caso, por lo pronto, de Portugal y de Grecia.