La decisión de Rajoy de posponer hasta el final de esta semana la presentación de su nuevo gabinete es una burla a los ciudadanos, sobre todo porque él mismo ha venido predicando la necesidad de tomar con urgencia las riendas del país para cumplir con el calendario presupuestario y las exigencias europeas. Y hay que decir que tenía razones adicionales para hacerlo: España está obligada a hacer cambios y sin perder tiempo.

Llueve, por otra parte, sobre mojado. Cuando el pasado 10 de agosto Albert Rivera le planteó a Rajoy sus seis condiciones de regeneración para negociar el apoyo de Ciudadanos a la investidura, el líder del PP se guardó la respuesta, le emplazó para después de la festividad del día 15 y se marchó a descansar a Pontevedra. Ahora se ha vuelto a ir de puente.

Prepotencia o abulia

Rajoy posterga seis días unos nombramientos que debía de tener claros desde tiempo atrás, pues hace semanas que sabía cuál iba a ser el desenlace de su investidura. Si tras la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE quedaba alguna duda, el día 18 quedó despejada con la consulta del presidente de la gestora al grupo parlamentario: la mayoría de diputados socialistas se pronunció a favor de abstenerse para evitar las terceras elecciones.

Lo lógico hubiera sido que el domingo, un día después de su investidura, Rajoy hubiese dado a conocer los nombres de los ministros para que pudieran tomar posesión este mismo lunes. El aplazamiento puede ser una manifestación de prepotencia -la forma que tiene el presidente del PP de hacer ver a todos que quien marca los tiempos es él y de subrayar así su poder- o una muestra de abulia. Cualquiera de las dos opciones nos retrotrae al Rajoy de siempre y nos indicaría que su nuevo talante se marchitó antes incluso de florecer.

C's como contrapunto

La rapidez con la que ha empezado a mover ficha Ciudadanos contrasta con esa vieja forma de entender la política. Tal y como hoy publicamos, Albert Rivera, único socio de peso con quien puede contar de forma estable, pretende acometer antes de dos meses una reforma de la Constitución para poder entrar así en 2017 habiendo eliminado el aforamiento de los políticos.

Pero además, Rivera anuncia que registrará con urgencia la solicitud para crear una subcomisión en el Congreso con la que pretende fomentar un gran pacto nacional por la enseñanza. Es el primer paso para poner punto final a la controvertida ley de Educación (LOMCE) legada por el ministro Wert.

A la vista está que mientras el PP sigue arrastrando los pies con un indolente Rajoy a los mandos, en Ciudadanos han decidido coger la moto. Ahora bien, más urgente que el calendario es conocer el nuevo Gobierno y su voluntad para avanzar en las reformas que necesita España.