El informe que ha publicado este lunes la Fundación Conocimiento y Desarrollo vuelve a poner de relieve la necesidad de acometer una verdadera renovación de nuestro sistema universitario. Según la entidad presidida por Ana Botín, los centros superiores se encuentran en una situación cada vez más lamentable, hasta el punto de que muy pronto se podrá empezar a hablar de una "década perdida" para la formación de estudiantes. Basta con mirar los rankings internacionales publicados en los últimos meses para constatar que sólo una universidad española, la de Barcelona, se encuentra entre las 200 mejores del mundo.

Ante este panorama, muchos expertos educativos sostienen que hay que eliminar las barreras para que los centros decidan dónde emplear los fondos públicos. La presidenta del Banco Santander ha ido más allá y propone premiar la excelencia al vincular la financiación de las universidades con sus resultados. Esta medida, aunque novedosa en España, funciona con éxito en países como Francia, Alemania y Estados Unidos.

Las sombras del sistema

La mala gestión de los recursos, la endogamia y la baja inversión en I+D son algunas de las razones que explican la debacle universitaria. Desde 2009 -año en el que se iniciaría la "década perdida"- los ingresos en las universidades se han reducido en un 19,9%. La caída en el número de alumnos también es llamativa: prácticamente 100.000 estudiantes menos se matricularon en el curso 2014-2015 que en el 2011-2012. Esta evolución se debe en parte al descenso de población pero también a la subida de las tasas.

Buena parte de la responsabilidad de este fracaso la tiene el sistema de financiación autonómico y el hecho de que en España se hayan creado 17 pequeños sistemas universitarios que aplican políticas completamente distintas. Eso provoca una disparidad absoluta que va desde las tasas a los objetivos académicos. Las comunidades también han primado históricamente la cantidad frente a la calidad (de ahí el elevado número de universidades en España) en vez de fomentar la competencia entre los centros.

Premiar la excelencia

Entre los aspectos más valorados por los rankings a la hora de puntuar a las instituciones académicas están la publicación de ensayos en revistas internacionales, la empleabilidad y la cantidad de estudiantes y profesores internacionales. La propuesta de Botín pretende mejorar estos criterios, ya que que a la hora de recibir una mayor financiación, la universidad sumaría puntos dependiendo de indicadores de calidad tales como la empleabilidad del alumnado tras obtener el título, los fondos dedicados a la investigación o las asignaturas obligatorias en idioma extranjero.

Es evidente que la reforma del sistema universitario español pasa por premiar la excelencia. La iniciativa de la Fundación Conocimiento y Desarrollo es una de las respuestas más cualificadas de entre las que están emergiendo para reformar un sistema que claramente no funciona. Los expertos deben ahora evaluar la situación y actuar en consecuencia.