El súbito acercamiento del PP a los nacionalistas catalanes, justo en el momento en el que Rajoy necesita apoyos para poder ser investido presidente y formar gobierno, resulta cuando menos preocupante. Claro que la solución del problema separatista va a requerir de diálogo, pero ese diálogo debe llegar después de la formación de gobierno y no antes, porque de lo contrario, los independentistas estarían hipotecando ya al ejecutivo con el que van a negociar.

Los guiños de Rajoy se han multiplicado en los últimos días. La cita en La Moncloa con los parlamentarios de ERC, el encuentro secreto con Homs, la decisión de la Fiscalía de no acusar a Mas por malversación, la entrevista convocada este jueves entre Sáenz de Santamaría y Junqueras, y el apoyo a Covergència para que tenga grupo parlamentario propio son señales evidentes. A cambio, el PP ha ganado diez votos en la elección de la Mesa del Congreso y el Parlament acaba de aplazar de nuevo el pleno en el que iba a valorar la convocatoria de un referéndum unilateral de independencia.

Gestos alarmantes

Estos gestos han encendido lógicamente las alarmas en Ciudadanos. El de Albert Rivera es el único de los grandes grupos parlamentarios que ha anunciado su abstención para facilitar la investidura y evitar unas terceras elecciones. En el PP no deberían de sorprenderse: Rivera ya le hizo saber a Sánchez en la abortada legislatura anterior que no admitiría un acuerdo con las fuerzas separatistas.  

Rajoy y quienes aplauden que haya tomado la iniciativa de colaborar con los independentistas, no pueden pretender que la sociedad española confíe en que va a ser capaz de meterlos en cintura. Si no lo hizo con una mayoría absoluta de 186 diputados, ¿va a conseguirlo en precario con 137?

Irresponsabilidad

El independentismo catalán es uno de los principales problemas de España y querer afrontarlo en las actuales circunstancias es una irresponsabilidad. El PP contradice su criterio reiteradamente expresado de contar sólo con las fuerzas constitucionalistas en este tipo de pactos. No es preciso recordar todas las admoniciones que los populares le han hecho al PSOE en el pasado, tanto lejano como reciente, por tender la mano a los nacionalistas.

Rajoy, al apostar de forma tan decidida por el entendimiento con Convergència y ERC, da la sensación de que busca ser elegido presidente a toda costa, incluso a la desesperada. Eso puede resultar beneficioso para él, pero un presidente rehén de los separatistas sería pésimo para España.