¿Cómo podríamos impedir el fracaso escolar en adolescentes y jóvenes? Cuando los progenitores creíamos haber agotado en vano todos los métodos y trucos existentes para motivar al estudiante aburrido (psicólogos, tutorías, métodos esteinerianos, recreos múltiples, refuerzos, excursiones culturales, cinefórums, guitarras y judos, trabajos en grupo, amistades convenientes, voluntariados, meditaciones, ejercicios físicos, desayunos copiosos, complejos vitamínicos, pescado azul, velas a la virgen y pactos con el diablo), resulta que aún nos quedaba un as en la manga: la práctica regular del sexo. Según un reciente estudio publicado por Archives of Sexual Behavior, es mano de santo. Lo llego a saber y habría obligado a mis hijos a salir incluso los lunes por la noche. Para ligar, por supuesto.

Al parecer, queda probado que mantener relaciones sexuales con frecuencia estimula la creación de nuevas neuronas, lo que a su vez mejora nuestra capacidad cognitiva. Además, una vida sexual activa elimina el estrés y los estados depresivos, factores muy perjudiciales para la memoria. Si a ello añadimos que la habitual hipnosis ante una pantalla iluminada es mucho más difícil de perpetrar durante el acto (imposible ya no hay nada), está claro que en estos tiempos cibernautas el ratito del apareamiento es el único que nos permite concentrarnos en el aquí y ahora. Lástima que la media de coitos sea de apenas dos al mes, a razón de siete modestos minutos cada uno. Ahí tenemos quizá una de las razones de la incultura oceánica que nos asola. ¿Cómo va a estudiar el personal en tan delicada situación de gónadas y dendritas?

Empiezan los exámenes finales y sobre la mesa de la cocina planea la razonable sospecha de que, un año más, nos jugamos el veraneo. Los padres, obligados a gastarse un riñón en clases particulares. Los hijos, cautivos en sus casas con las persianas bajadas, incapaces de recordar ni los verbos irregulares, ni las declinaciones, ni los reyes godos, ni las tablas de multiplicar. O lo que estudien ahora. Todo esto mientras otros se tiran al agua y chapotean felices.

Los nórdicos, que siempre van de listos (igual lo son), se han percatado antes que nadie de las razones de la desmemoria estudiantil y ya están buscando soluciones. En Dinamarca han producido el mejor programa televisivo de educación sexual que se ha hecho nunca. Y en Suecia discuten una propuesta para instaurar un horario en el trabajo que permita folgar entre semana y, de este modo, construir una sociedad con una mejor calidad de vida. Y si de paso solucionan el problema de la baja natalidad, miel sobre hojuelas. Estos suecos, siempre dando ejemplo.

Total, que si no sabéis cómo resolver el problema de la falta de concentración y de la desgana, lo mejor es regalar a nuestros hijos una caja tamaño familiar de preservativos. Seguro que sale a cuenta.