Ni pene ni vulva ni autobús que valga. España lo que lleva entre las patas, lo que arrastra, es un pingajo de miasma, una pilila gangrenada que no vale ni para echársela a los gorrinos. España se ha gangrenado, efectivamente, desde las esquinas indepes al corazón. Es un país que tiene una piel muy fina para según qué, pues ahí andan los de siempre en donde siempre, pero eso sí, hoy somos los campeones en la defensa de la moral, de la moral de Rouco Varela o la de Rita Maestre; da lo mismo.

Y aquí sigue Rajoy imperturbable por mucha manta de la que se tire, que esta democracia es asimétrica, cortesana y consentidora. O la guapa burguesía catalana emplumada, que siempre nos sonó raro aquello del Palau aunque callaron todos los que tenían que callar. Pero la indignación del pueblo español, de los pueblos del Estado, no llega por las hambres ni los hospitales colapsados. La indignación patria es un autocar tocanarices y la Pasión según un San Drag Queen que quiere ser catequista o algo así, como bien recordó Gasparet en este periódico.

Quizá esto que cuento, este tuiteo de la ética patria a grandes rasgos, tenga una razón histórica. Quizá todo obedezca al hecho de pasar de las apariciones del Escorial a las nubes ideológicas de Zapatero en muy poquitos años. Así somos, y así nos vamos a quedar: a dos velas y con el Cristo en medio. Con el perdón con la boca pequeña de Millet, del Emérito cazador, y Urdangarin penando penillas en Suiza: buena zona.

España ya no respeta ni la Cuaresma, aunque por mis paseos madrileños vea aún cierta fe en la puerta de Medinaceli. Hay sillas de playa, viudas del Barrio de Salamanca ganando un jubileo cercano, y los modernos de Huertas, que fotografían el exotismo.

Y uno no sabe cuándo se jodió el Perú, que es una frase recurrente pero que sirve para todo -gracias Mario, gracias Isabel-. El momento en que lo accesorio y la tontería reformularon el concepto de democracia. Pensar en España es llorar, un ejercicio que quieren vendernos como arcaico y machirulo.

España es Rufián, Rajoy y el autobús carca rotulando genitales. Es la foto patria. La tormenta perfecta para marzo, para un jueves de ceniza.

Y la primavera ya no ríe; se descojona. Y los niños tienen pene, las niñas vulva y los españoles son mucho españoles. Ay...