Vamos a jugar a encontrar qué tienen en común los héroes y los villanos de Rogue One

Esta es la lista de los actores que interpretan a personajes del bando de los rebeldes. Incluyo en la lista a Carrie Fisher (la princesa Leia), que ha sido recreada digitalmente en un breve plano de Rogue One:

Felicity Jones (mujer británica)

Diego Luna (hombre mexicano)

Mads Mikkelsen (hombre danés)

Donnie Yen (hombre chino)

Riz Ahmed (hombre británico de origen pakistaní)

Forest Whitaker (hombre negro americano)

Alan Tudyk (hombre americano: interpreta a un robot)

Jiang Wen (hombre chino)

Genevieve O’Reilly (mujer irlandesa)

Carrie Fisher (mujer americana)

Estos son los actores que interpretan a personajes del bando del Imperio. Incluyo en la lista a Peter Cushing (el gobernador Moff Tarkin), también recreado digitalmente en Rogue One:

Ben Mendelsohn (hombre australiano)

Peter Cushing (hombre británico)

Spencer Wilding (hombre británico)

Ahí lo tienen. Más claro, agua. A pesar de que los productores de Rogue One han intentado disimular su más que obvio racismo convirtiendo la película en el equivalente de uno de esos dibujos garabateados que cuelgan de las paredes de las guarderías y en los que aparecen todas las razas del planeta en armónica armonía, no han podido evitar dejar de lado a decenas de minorías étnicas que merecían como la que más un personaje del bando de los rebeldes. 

Así que ahí va mi pregunta. ¿Qué tienen los productores de Rogue One contra los hiligainones? Los hiligainones son nada más y nada menos que el 7,5% de los filipinos. ¿Algún problema con los hiligainones, señores productores de Rogue One

Y aún voy más allá. ¿Por qué no hay ningún canichana en el reparto de Rogue One? Hay 617 canichanas en el planeta Tierra. ¿Están acaso insinuando los productores de Rogue One que entre esos 617 canichanas no hay ni uno solo, repito, ni uno solo, capaz de aguantar un miserable plano de tres o cuatro segundos en Rogue One? Ni siquiera hace falta darle al canichana con más dotes actorales de los 617 un papel principal. Con el de soldado rebelde destinado a morir a manos de un stormtrooper con puntería (ese trébol de cuatro hojas de la saga de La Guerra de las Galaxias) va que chuta. 

Y quien dice hiligainones y canichanas dice yaminahuas, sirionós, tofalares, ndebeles, balantas e incluso gallegos. Lo de los gallegos clama al cielo. 

Pero vayamos un paso más allá. 

El bando del Imperio parece estar formado única y exclusivamente por hombres blancos anglosajones

Analicen de nuevo las dos listas. ¿No observan nada raro en ellas? Efectivamente. Rogue One parece estar diciendo que los hombres blancos anglosajones son genéticamente malvados. A fin de cuentas, el bando del Imperio parece estar formado única y exclusivamente por hombres blancos anglosajones. La mayoría de ellos de provecta edad, aunque en el terreno de la gerontofobia de la saga ya se meterá otro día algún otro articulista. 

Centren la atención en este pequeño detalle. Cuando al Imperio se le cuela un individuo que no encaja en el estereotipo (Riz Ahmed o el John Boyega del episodio VII) este suele desertar en menos de lo que canta un gallo. Si yo fuera el director del Departamento de Personal del Imperio no entrevistaría a nadie que no hubiera nacido en Texas o en Utah. Total, para lo que duran en el convento.

Pero ese no es el punto. El racismo de los productores de Rogue One es mucho más sutil. Porque en el bando de los rebeldes también podemos ver a muchos hombres blancos anglosajones. En papeles secundarios, eso es cierto. Pero haberlos haylos. Así que… ¿qué nos está diciendo exactamente Rogue One? ¿Cuál es su verdadero mensaje? 

La clave está en el bando del Imperio. Ese en el que no figura ningún actor de otro color que no sea el blanco o de otro origen que no sea el anglosajón. 

Dicho de otra manera. Si eres un blanco anglosajón (hombre o mujer) puedes pertenecer al bando de los rebeldes o al del Imperio. Pero si eres de cualquier otro color u origen étnico, tu única opción es la buena. La del bando de los rebeldes.

Todos los demás personajes (negros, chinos, pakistanís, daneses) carecen de libre albedrío y por eso su única opción es la del bien 

Ahí lo tienen. Los productores de Rogue One sólo le han concedido el poder del libre albedrío a los blancos anglosajones. Todos los demás personajes (negros, chinos, pakistanís, daneses) carecen de él y por eso su única opción es la del bien. Dada su nula posibilidad de elección entre el bien o el mal, esos personajes bien podrían ser robots. Lavadoras, o máquinas de afeitar, o impresoras, o algún otro cacharro aún más innoble que esos.  

Es decir que mientras los blancos anglosajones son libres y disfrutan de la virtud divina por excelencia, la de la libertad de elección, todos aquellos que no lo son son esclavos de su destino. Y por eso el heroísmo de los negros, los chinos, los pakistaníes y los daneses de Rogue One no tiene mérito alguno pues no han tenido otra opción que hacer el bien de la misma manera que una batidora no puede escoger no batir los huevos y el aceite que le hemos ordenado mezclar. Y por eso a nadie se le ha pasado jamás por la cabeza felicitar a su batidora por el trabajo bien hecho. En cambio el heroísmo de los blancos anglosajones que han optado por el bando de los rebeldes es puro, y prístino, y ennoblecedor, y épico. Porque pudiendo haber optado por el bando del Imperio han hecho la elección correcta y escogido el bando de los rebeldes. 

Véanlo así. Sólo los blancos anglosajones son verdaderos héroes en la saga de La Guerra de las Galaxias. El resto son minions del bien. 

Y sí, queda el pequeño detalle de los stormtroopers, en su origen soldados clonados a partir de un único individuo neozelandés de ascendencia maorí. Pero no sigan por ese camino. Viendo la nula habilidad guerrera de los stormtroopers, probablemente el ejército más patéticamente inútil, cegato y lerdo de la historia militar de este universo, la conclusión no puede ser más que la de que los productores de Rogue One consideran que los maoríes son infraseres. Algo que queda confirmado cuando en un plano de la película un tipo con un palo le tira tierra a la cara a un stormtrooper (recordemos: un soldado de elite que lleva casco y armadura) y este se retuerce como si le hubieran arrancado la columna vertebral con una excavadora. 

El patetismo de los stormtroopers, en definitiva, queda corroborado durante los dos únicos minutos verdaderamente emocionantes de Rogue One. Esos ciento veinte segundos finales en los que Darth Vader extermina a dos docenas de soldados rebeldes desmembrándolos con su espada láser y estampándolos contra las paredes como si fueran bolos de bolera. La única escena de verdadero cine de toda la película y de nuevo un blanco anglosajón niquelando sin esfuerzo el trabajo que docenas de maoríes han sido incapaces de llevar a cabo durante las dos horas anteriores. 

Donald Trump debe de estar gozándolo fuerte con Rogue One. A fin de cuentas, la película reafirma su cosmovisión

Ahí lo tienen. Donald Trump debe de estar gozándolo fuerte con Rogue One. A fin de cuentas, la película reafirma su cosmovisión con la potencia de un petardazo de la Estrella de la Muerte. 

De buenas intenciones antirracistas está el infierno del fascismo paternalista empedrado.