El desafortunado debut del arbitraje asistido por vídeo en el Mundialito de Clubes de Japón no debe apartar al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, de explorar las ventajas de este sistema o de cualquier otro avance que ayude a los árbitros a garantizar el juego limpio en las competiciones.

Es verdad que el pasado miércoles el árbitro Viktor Kassai se equivocó cuando, tras visionar una jugada, pitó un penalti a favor del Kashima Antlers ante el Atlético Nacional que no debió sancionar, ya que la supuesta infracción se había producido en fuera de juego.

Pero reparar en el mal uso de una herramienta o subrayar un error humano del ártbitro para oponerse a la innovación en el arbitraje no es razonable. Ninguna máquina va a medir la intencionalidad de los jugadores sobre el terreno de juego, donde las decisiones últimas siempre las tomarán personas. No hay tecnología que elimine por completo el margen de error.

Entre las obsesiones de EL ESPAÑOL está el uso del ojo de halcón para hacer justicia en lances controvertidos en el baloncesto y en el tenis. Por las mismas razones respaldamos la incorporación del uso del vídeo en el fútbol. No se trata de eternizar los partidos o despojarlos de su espontaneidad y emoción, sino de estudiar en qué supuestos el videoarbitraje puede ayudar a hacer justicia. Sobre todo en el caso de controversias que pueden ser decisivas para la competición.