A cascoporro. Así lanza crochés de izquierda Juan Manuel de Prada en las entrevistas que, últimamente, concede. Como si no hubiera un tomorrow. Y lo hace con esa fiereza que caracteriza al púgil de guantes afilados, mirada achinada y napias descosidas. Combina Prada, en un mismo pack, el requisito de ser brutal, falaz, con esa especie de nobleza baturra tan nuestra. Lo lleva incrustado en los rincones perdidos del fornido genoma letrero.

Es un boxeador completo. Sobrado de eso que llamamos Raza. El nuevo Paulino Uzcudun con estrambote, este New Prada. Multielástico, católico e innovador. Un peso pesado con demoledora pegada. El Toro Bacaraldés de un mundillo literario 3.0 trufado de novelas kleenex y croquetas (rebozadas: mitad, estrellas Michelín; mitad, harina de almortas).

De seguir así, en modo interviú precuaternaria y degüelle de tintero, anunciarán pronto, con carteles luminosos, en los escaparates de La Casa del Libro, un próximo combate entre Kid Prada y los restos morralleros de la escribanía patria. Van a caer andanadas de hostias aquí. Será un Prada contra todos. Prada a tope. Tumultuario duelo a garrotazos marca Inoxcrom. El diablo letrero vestirá, más que nunca, de Prada. En verdes praderas que, como nos descuidemos, acabarán marchitándose en clave de tragedia griega. Ríase usted de Edipo Rey.

Se la sopla eso de ser políticamente correcto a este Prada furibundo. Será porque una última gota de bilis colmó su vaso. Vive en perenne ofuscación. Y suelta por la boca lo que todos llevábamos pensando desde hace tiempo. Prada es el niño chota del cuento del Traje Nuevo del Emperador. Pero en falso gafapasta, trajeado en el Carrefour Tex y con esa extraña lucidez que otorga el llevar décadas padeciendo un mobbing constante e hiperlibrero por parte de la camorra literaria de este país.

En Prada, se atisba un 15-M de tintes editoriales. Prada versus Prisa. Prada, acampando frente a la RAE. Es el Podemos Andante de nuestras letras. Un Prademos destinado a pulverizar las bandejas del catering en las futuras ceremonias de entrega del Premio Planeta. El único remedio eficaz para reducir los niveles del colesterol malo.
Qué paradojas. Resulta ahora que, muerto y enterrado Panero, Prada es el único juntaletras maldito que nos quedaba. Ese mismo Prada que nos encasqueta homilía tras homilía abeceña desde hace dos o tres siglos, muta en viejoven Rimbaud y pone en marcha todos los ajustes, preparándonos para nuevos calvarios. Está a punto de dejarse coleta. ¡Ojalá cunda su ejemplo y pinchemos, de una vez, la burbuja editorial! ¡Porque, juntos, pra-de-mos!