En estos días de pactos a media luz, de reuniones maratonianas, de cientos de líneas reescritas, de propuestas peleadas y a veces ganadas, leía las quejas amargas de amigos y enemigos que aseguraban que la cultura quedaría fuera del pacto de investidura entre PP y Ciudadanos. Entiendo las reticencias: el gato escaldado huye del agua fría, y el sector cultural ha sido suficientemente maltratado en los últimos años para que nadie que sepa un poco del asunto se fíe de los políticos.

Pero escuchaba los lamentos preventivos por el previsible olvido mordiéndome la lengua, porque yo sabía que los asuntos culturales estaban entre los temas que se debatían en busca de un acuerdo. Me duele la mandíbula de apretar los dientes cuando alguien nos acusaba de dejar de lado la cultura en la construcción de un pacto: en unas sala de reuniones del Congreso de los Diputados había seis personas peleando para que el sector no se quedase fuera del documento firmado por PP y Ciudadanos.

Ahí está el resultado: una bajada de once puntos del IVA para los espectáculos culturales en directo; el compromiso de aprobar de una vez por toda una ley de mecenazgo y de elaborar el estatuto del creador y el artista; un plan para el Instituto Cervantes que incluye su expansión por América Latina. La reforma para compatibilizar el cobro de la pensión de jubilación con el desarrollo de actividades literarias.

Y, quizá lo más importante, una llamada de atención hacia la defensa de la Propiedad Intelectual y los derechos de autor: se incrementarán los medios materiales para el trabajo de la Comisión de Propiedad Intelectual y se pondrá en marcha una campaña en centros educativos para concienciar a los escolares de la necesidad de respetar los derechos de los creadores.

Me dirán ustedes que faltan cosas, y yo les diré que sí: que faltan muchas. Pero es un comienzo. Tenemos una oportunidad de reconstruir aquello que lleva mucho tiempo amenazando ruina.

Quiero pedir disculpas a todos esos colegas a los que di largas cuando me preguntaban por este tema. A aquellos a los que no contesté a un mensaje. A quienes contesté con evasivas. A los que no podía decirles la verdad: que estábamos luchando por incluir en el acuerdo todas estas medidas, y por eso no era bueno airearlas. Lo conseguido no es suficiente, pero es mucho más de lo que había. Perdonen, pues, los silencios y las verdades a medias. No estaba escapando de ustedes. Simplemente, intentaba hacer mi trabajo.