Esta España de cachiporra se levanta un día más con Cataluña solemnemente pegándose un tiro al pie a sí misma y al resto. España amanece con el Partido Popular que huye como puede de las sombras del tesorero, con el caso esperpéntico de Echenique y su asistente: esa suerte de comité podemita para la economía sumergida que era el propio Pablo Echenique con sus enjuagues, tan poco edificantes.

España se levanta y se acuesta entre sombras, con la cólera de Aquiles o la mala leche de Echenique, bien conocida en su partido de las flores y las risitas y la doble moral. En Podemos temblaban cuando Echenique señalaba, acusaba o callaba cada tarde en Telesoraya. De hecho, internamente, este "jarro de mierda" sobre Echenique, a algunos podemitas les ha sentado como una liberación.

Y de Echenique y su justificación, "yo sé que no estoy haciendo las cosas bien", ni rastro de perdón. Porque si de algo puede hacer gala el partido de las sonrisas es de una prepotencia sin control, de una soberbia mayestática que roza siempre la sobrada y la chulería. Son, claro, el azote a la moral burguesa o a Mariló Montero. Buena gente, oigan. Que los malos somos los otros según el argumentario de Bescansa en horas de conciliación y lactancia.

Del affaire de Echenique con la economía sumergida al borrado y la ruptura de los ordenadores de Génova en literatura judicial, del estampado summer de Cospedal a las reuniones de Fernández Díaz con sus dianas y sus zapatófonos, nuestro país ha entrado definitivamente en ese "estado Rajoy" por el que se nos pone definitivamente el sol. La corrupción a diestra y a siniestra va dejando cadáveres y un país sin capacidad de respuesta.

Que Cataluña atente contra los más sagrado, contra la unidad, valiéndose de ujieres y de papel público es un mero contratiempo para Rajoy, que ya desde mozo pactó con el tiempo, con el Apóstol o con el puro vacío. La corrupción y lo de la "desconexión" le son una mala gripe, una conjuración judeomasónica que se arregla con dos cucharadas de nada, una escondida y un correr de almanaque.

Entretanto prosigue el pasteleo de toda esta clase política carente de Estado y anémica de patria. Se dice que se ha visto la primavera en los márgenes de Rajoy; que todo lo que no es Rajoy pudiera ser democracia, y futuro, y regeneración. Se dice, pero en este país no hay constancia, ni masa crítica ni valentía para dejar atrás a Mariano y sus sombras. La fuerza de la costumbre o las tragaderas sociológicas...

Discos duros rayados, un asistente que no figura en la lista de cotizados, desprecio a la justicia y a la moral. Es la España que acabará coronando a Rajoy y volviendo a lo oscuro, que ya se sabe que Dios nunca abandona a los buenos hipotensos, y que España será corrupta o no será.