Gloria Lomana acaba de firmar el finiquito en Antena 3. Se marcha y nos deja un récord. Porque dirigir trece años los Informativos de una televisión es un hecho insólito. Si eres mujer y en España, un milagro. Uno se imagina al responsable de Informativos de cualquier cadena desayunando cada mañana un político crudo mientras despliega toda la artillería para mantener a raya al gobierno de turno. Para eso hace falta mucho estómago. Y gónadas.

A Lomana se la veía poco en la pantalla. De repente aparecía encaramada a unos tacones infinitos preguntándole a Zapatero por las negociaciones con ETA. Se esfumaba una temporada y surgía de nuevo con cara de no haber roto un plato para preguntarle a Aznar por el cobro de sobresueldos y por su amistad con el imputado Blesa. Hibernaba y allá que venía de nuevo, esta vez con Rajoy y los problemas de la infanta.

A Gloria Lomana la han acusado de ser blanda en las entrevistas. También de ser de derechas, lo que -como es bien sabido- es incompatible con la televisión. Claro que si tu marido se llama Piqué y ha sido ministro de Aznar, la izquierda te va a crujir. Ocurriría igual al contrario, por supuesto. En cuanto a la blandura o la dureza es cuestión de estilo. Algunos confunden una buena entrevista con un tercer grado, pero a un presidente del Gobierno no le puedes plantar un flexo en la cara como si fuera el Lute.

Decía que a Lomana se la veía poco, pero se se la intuía cerca. Los Informativos desprenden un aroma que, no se sabe muy bien cómo, acaba perfumando el resto de la programación: desde los concursos al night show. Son el armazón invisible que sostiene todo. De la mano de algunos de los más grandes, Lomana ha construido el carácter de Antena 3. Y ahí, un Matías Prats o un Vicente Vallés. Nuevos tiros de cámara, moderna puesta en escena y esa forma personal de contar las noticias. Sanseacabó el busto parlante.

Aún no hemos tomado perspectiva, pero Lomana ha sido pionera, una periodista que ha creado el sustrato para que florezcan, sea sólo por contraste, una Ana Pastor allá o una María Casado acullá. Nada surge por generación espontánea.

Lomana arrebató por primera vez el liderazgo de los telediarios a La Uno y reinó en la primera década de los 2000. No es poco en el medio, por antonomasia, que funciona como una trituradora de carne.

Hoy soplan otros vientos. La calle se ha escorado. Gusta el olor a napalm incluso a la hora de la comida. Y la audiencia se nos ha decantado por el tono dinamitero de La Sexta. En la tele el share siempre tiene razón.

La ficharon un ocho de julio y un ocho de julio se ha ido. El ocho es el número de la suerte en la cultura china. Fijo que cae de pie. Algo tiene la Lomana cuando la maldicen.