Sólo nos faltaba Guillermo Zapata como plañidera y víctima en este julio que tiende a despropósito. Después de que la España canicular y loca celebrara la muerte de un torero y lapidara en twitter a su viuda. Después de que Pablo Iglesias buscara el minuto de gloria en un vacile histórico a Obama -y quedara como Cagancho en Almagro en su lucha contra el Imperio-. Después de que al propio Iglesias nuestro Juan Joya "Risitas" le comiera la tostada mediática al rebufo de los días de "Mister Mojama" en Iberia, con chapuzón dedicado en Punta Umbría; después de todo esto, vuelve Zapata el bromista, Guillermo el atrevido, justificando no sé qué dignidad ahora que le han vuelto a abrir juicio por su humor negro y antisistema en el tuit sobre Irene Villa; humor que ni es humor, ni es negro. Y que de antisistema, lo justo: que conste que Zapata llega a fin de mes.

Guillermo Zapata quedaría hasta borde y desfasado en la década provocona de 'los 80', que fueron años de plomo y de tacones y de agujas, pero sin esa mala baba de hoy. Guillermo Zapata representa a esa España de covachuelistas que se desfogan en las redes sociales. Zapata está como salido de una saga de un Torrente, pero de un Torrente de pseudoizquierdas, con la misma caspa y sin sentido irónico alguno.

Los lamparones en el polito ancho y habitual de Zapata son negros, como su humor; y ya hace algún tiempo la gran Irene Villa le demostró esa superioridad moral de una España que, además de lo sufrido, no pierde ni la elegancia ni la belleza.

De modo que Guillermo Zapata, ese mártir de la libertad para la España de las sonrisas y los corazoncitos, va y dice por redes que "nos quieren tristes y no les daremos ese placer". Habría que preguntarle a Guillermo Zapata -concejal y tuitero- por ese "nos" y por esos plurales tan graves que se marca, aquí, el pollo 'Willy'. Y por el concepto del placer, obvio...

Como Sartre, Zapata sostiene que el infierno son los "otros", los que lo quieren triste y mustio y en el banquillo. Pero sucede que Zapata le tira más al Wyoming que a Sartre, y ya nos tiene dicho el maestro Alcántara que contra las vocaciones fuertes hay poco que hacer. Entretanto, los madrileños vamos pagándole la luz, el ADSL y el despachito a Zapata, ilustre luchador por las libertades, de ésos que han traído la libertad de expresión sacrificando el tiempo libre y aporreando el twitter.

De lo que es el juicio, ya hablaremos...