El macropuente de esta semana ha vuelto a abrir el debate sobre los festivos partidos y la racionalización del calendario no laborable. Según la encuesta de SocioMétrica para el EL ESPAÑOL, la mayoría de los consultados (41%) prefiere mover una de las dos fiestas -Constitución e Inmaculada- para que caigan en días consecutivos. Se trata de una opinión lógica, y compartida por el sector empresarial, que no ha sido atendida por el Gobierno por temor a generar un conflicto con la Iglesia.

Hace cinco años la CEOE y los sindicatos llegaron a un acuerdo para trasladar los festivos intersemanales. Mariano Rajoy hizo suya esta demanda y en su debate de investidura de 2011 prometió que acabaría con estas situaciones, pero aquel compromiso quedó relegado al olvido.

La sociedad civil tiene claro que los superpuentes ociosos, son además perniciosos, como demuestra nuestra encuesta. Ante la inacción del Gobierno, algunas empresas -en su mayoría del sector industrial- han acabado con los puentes acordando con sus trabajadores otras fechas para librar. No se trata de un capricho, pues la CEOE calcula que el acueducto del mes de diciembre ocasionaría pérdidas de 3.000 millones de euros si el 70% de la población no trabajase. Aunque para el turismo y la restauración los puentes son beneficiosos, y su opinión debe ser tenida en cuenta, no parecen razonables para el conjunto de los ciudadanos.

Los festivos no puede decidirlos la casualidad del calendario, es necesario racionalizarlos para que prime la eficiencia y el consenso, aunque para ello hace falta verdadera voluntad política y no promesas vanas.