Opinión El merodeador

Merodeos

24 octubre, 2016 01:55

Las mejores jornadas, en el mejor momento

Es habitual que los medios de comunicación celebren sus aniversarios en un hotel y con un acto social, ya sea una fiesta o un cóctel. EL ESPAÑOL, en cambio, ha querido hacerlo con unas jornadas en las que se debatirá sobre algunos de los problemas cruciales que tiene planteados España -problemas que coinciden en buena medida con nuestras "30 Obsesiones"- y ha elegido como lugar de reunión una de las sedes de la Universidad Camilo José Cela.

Durante cinco días, desde este lunes y hasta el próximo vienes, grandes expertos y personalidades de distintos ámbitos y con distintos puntos de vista debatirán sobre la reforma institucional, la reforma constitucional, la reforma educativa, la reforma laboral o la reforma judicial; en definitiva, sobre la imperiosa agenda de cambios que necesita nuestro país.

No había, por otra parte, coyuntura más apropiada para estas jornadas que la actual, cuando se divisa el desbloqueo de la parálisis institucional que arrastra España desde hace 300 días. La propia composición de las Cortes va a obligar a buscar consensos entre distintos grupos sobre asuntos básicos como los que van a tratarse esta semana en las jornadas de EL ESPAÑOL. Seguro que de ellas salen conclusiones que van a votarse a no tardar en el Congreso de los Diputados.

Salvar las pensiones ante la tormenta perfecta

España afronta una tormenta perfecta que pone en riesgo un pilar básico del Estado de bienestar como es la sostenibilidad del sistema de pensiones. A un paro estructural que es de los mayores de Europa y un déficit desbocado, se suma una crisis demográfica sin precedentes. Según las proyecciones del INE para los próximos 50 años, en apenas tres décadas España tendrá más jubilados que trabajadores. En concreto, si ahora hay 2,5 empleado por cada mayor de 67 años, a partir de 2046 habrá menos de un trabajador por pensionista. Es decir, la mochila de las pensiones que habrá de cargar cada español habrá duplicado su peso. Y eso, partiendo de la base de que el mercado laboral sea capaz de absorber a todas las personas que buscan empleo.

La presión demográfica es así insoportable y, en un mercado laboral tan poco dinámico como el nuestro y con un paro endémico tan elevado, es difícil pensar que la mano de obra extranjera pueda compensar el envejecimiento progresivo de la población.

La ministra de empleo, Fátima Báñez, ha anunciado que el Gobierno prevé que los jubilados puedan percibir el 100% de sus pensiones y seguir trabajando y cobrando íntegramente la nómina, lo que permitiría aumentar las cotizaciones. Se trata de una idea acaso voluntarista, que no soluciona el problema del envejecimiento progresivo ni por sí sola servirá para volver a llenar la esquilmada hucha de las pensiones.

Es necesario mirar a la realidad de frente para intentar acabar con todos los puntos débiles del sistema. Esto implica abordar políticas audaces para dinamizar el mercado de trabajo, mejorar la capacidad recaudatoria sin subir los impuestos, incentivar fiscalmente la contratación de seguros privados de pensiones y ayudar a las familias para impulsar el número de nacimientos. Esperar de brazos cruzados o hacerse trampas en el solitario no puede ser una opción.

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