Susana Díaz se ha valido del secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Cornejo, para exigir a todos los diputados socialistas en el Congreso que sean disciplinados si, finalmente, tienen que tragarse el sapo de abstenerse en una eventual investidura de Mariano Rajoy. Aunque a la presidenta andaluza se le puede reprochar su preferencia por mover los hilos del partido entre bastidores, el mensaje que ha lanzado este lunes la federación andaluza demuestra que quiere asumir un papel protagonista sobre el escenario. 

Después de que referentes como Miquel Iceta, Patxi López o Margarita Robles hayan insistido en el "no es no" -sea cual sea el mandato del Comité Federal- la federación socialista más poderosa de España defiende ya la abstención sin ambages para evitar las terceras elecciones y advierte de que quienes no estén dispuestos a mantener la disciplina de voto "devuelvan el acta".

Poner orden

Un llamamiento tan contundente sólo puede interpretarse como un puñetazo en la mesa. Susana Díaz intenta poner orden en su partido, además de fijar posición para condicionar el debate sobre la abstención que abordará el máximo órgano entre congresos. Inmerso en una crisis sin precedentes, el PSOE no ha sido capaz de afrontar este asunto con la prudencia exigible, y ahora corre el riesgo de dar un espectáculo si, en una votación de investidura, aparece como un partido fracturado.

Susana Díaz aboga por dejarse de abstenciones técnicas y asumir con convicción la responsabilidad de defender la abstención. Se trata de un llamamiento necesario para evitar unos comicios que sólo beneficiarían a Rajoy y a Podemos, y para evitar un cisma de consecuencias imprevisibles en el primer partido de la oposición.

Sin embargo, puede que el toque a rebato de la presidenta andaluza llegue tarde. Muchos militantes y simpatizantes socialistas hubieran preferido que escenificara antes y de un modo más evidente su vocación de liderazgo.

Cordón al PP

Las luchas de poder, los recelos tras la dimisión de Pedro Sánchez y los intereses personales han contaminado demasiado el debate sobre la investidura. Buena prueba de ello es la incomprensible negativa de Iceta a sustitutir a la CUP en la alcaldía de Badalona después de que el PP le haya ofrecido generosamente sus votos. El PSC prefiere mantener en el gobierno municipal a los independentistas que han desobedecido a los tribunales abriendo el consistorio el día de la Fiesta Nacional antes que apoyarse en los populares.

Renunciar a gobernar Badalona o a ejercer de contrapeso a Rajoy en el Congreso con tal de mantener un cordón sanitario sobre el PP es un gravísimo error. El PSOE debe elegir entre ser útil en la medidas de sus posibilidades o precipitar al país a unas nuevas elecciones con el partido dividido.