Los hechos que hoy publica EL ESPAÑOL en relación a cómo se han repartido títulos, cargos y prebendas en el departamento de Enfermería de la Universidad de Extremadura debería llevar a abrir una investigación y a depurar responsabilidades al más alto nivel.

Un grupo de docentes ha hecho y deshecho a su antojo en los últimos diez años, formando tribunales académicos a medida en concursos de plazas de funcionario, obviando -según todos los indicios- los principios de igualdad, mérito y capacidad que deben regir en la Administración. Los beneficiados eran, reiteradamente, un grupo de profesores y su entorno.

El rector de la la Universidad de Extremadura, Segundo Píriz, debe explicar cómo es posible que uno de sus centros haya funcionado como un cortijo, encarnando lo peor de la endogamia y el clientelismo. Tiene además una responsabilidad extra, porque él es quien preside la Conferencia de rectores de las universidades españolas.

Es un mal síntoma que Píriz, que no escuchó las advertencias que sobre esta situación le hicieron llegar ya en 2011, tampoco haya querido atender ahora las llamadas de EL ESPAÑOL para hablar sobre el asunto. Pero lejos de sofocar el incendio, su silencio lo aviva.