Opinión El merodeador

Merodeos

12 septiembre, 2016 01:25

El pulso interno que debe afrontar Pablo Iglesias

Cuando aún no se han cumplido dos años en la fulgurante e intensa vida de Podemos, que en un visto y no visto se ha convertido en la tercera fuerza política española, toma cuerpo un movimiento interno que intenta jubilar a Pablo Iglesias.

Las diferencias en el seno de la formación vienen de lejos y responden tanto a la pluralidad de sensibilidades como a las ambiciones personales. La diversidad de matices, que en un principio permitió aglutinar en Podemos a facciones muy distintas, ha ido generando fricciones cuando ha habido que concretar posiciones políticas. Y además se arrastra la lucha de poder entre Iglesias e Íñigo Errejón.

Errejón ya ha movido ficha de cara a las asambleas de los próximos meses en las que se decidirán los nuevos liderazgos. Rita Maestre, portavoz en el Ayuntamiento de Carmena, se ha postulado como candidata a dirigir la federación madrileña, la más importante del partido, anticipándose a las intenciones de Iglesias, que pretende colocar a alguien de su confianza.

En ese camino emprendido por Maestre que cuestiona el liderazgo de Iglesias, los errejonistas tienen una aliada en Ada Colau. La alcaldesa de Barcelona no disimula su falta de sintonía con Iglesias, que asegura es "de estilo, personal y política". En realidad Colau trata de de quitarse de en medio a quien más proyección nacional tiene dentro de Poidemos y, por tanto, su máximo rival en el conglomerado de formaciones y colectivos a la izquierda del PSOE.

Está claro que Iglesias está pagando el error del acuerdo con Izquierda Unida, la indefinición política en asuntos clave y el papel secundario al que ha quedado relegado Podemos tras las elecciones de junio. Habrá que ver cómo resuelve esta situación y si es capaz de recomponer su liderazgo. Él, que intentó hacer la pinza al PSOE de la mano de Rajoy, ve cómo ahora es víctima de una operación similar dentro de su organización.

De Felipe: el problema de la autoría en el arte

La historia publicada por EL ESPAÑOL sobre Fumiko Negishi, la pintora japonesa que ha demandado al artista Antonio de Felipe declarándose la ejecutora material de muchos de sus cuadros, plantea el problema de hasta qué punto un artista puede utilizar a colaboradores dentro de un taller sin que esto desvirtúe la autoría de la obra. La acusación de Negishi, que afirma que De Felipe habría firmado, exhibido y/o vendido como suyos más de 200 cuadros de los que habría hecho a lo sumo un boceto, siembra dudas sobre quien es considerado el máximo representante actual del pop art español.

Recurrir a ayudantes de taller es muy habitual en el arte contemporáneo. Sin embargo, artistas como Jeff Koons, Damien Hirst o Manolo Valdés han hecho público desde el inicio de su actividad que cuentan con un equipo y, por tanto, el mercado sabe que son "directores de arte". Sin embargo, en sus 30 años de actividad, Antonio de Felipe ha insistido en mostrarse como "un artista de pico y pala" y ha mantenido oculta la existencia de ayudantes. La artista japonesa ha pedido que se permita un duelo artístico delante de un juez para determinar quién es realmente el pintor de las obras de De Felipe. Si esta situación se llegase a producir, nos encontraríamos ante un escenario de película: en concreto Big Eyes. Retrato de una mentira, de Tim Burton.

Al margen de que las acusaciones de Negishi sean confirmadas en instancias judiciales, el pintor valenciano no ha sido claro ni con el mercado ni con la opinión pública. Sus ayudantes no pueden considerarse por tanto auxiliares de taller, sino como se dice coloquialmente, "negros". La transparencia de los autores debería de ser obligada, para no defraudar a los amantes del arte y para no denigrar tampoco a los propios artistas auxiliares.

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