José Manuel Soria ha renunciado este martes a su candidatura como representante de España en el directorio del Banco Mundial, "a petición del Gobierno", según ha revelado él mismo, después de rozar casi con las yemas la lujosa canonjía que hasta ahora le habían reservado Mariano Rajoy y Luis de Guindos. 

La caída del exministro de Industria y Energía como aspirante de esta entidad financiera de la ONU se suma a la que protagonizó hace cinco meses, cuando tras una semana de pasión, mentiras y 'papeles de Panamá' dejó el Consejo de Ministros por la puerta de atrás. Ambos episodios están relacionados porque el retiro dorado que Soria iba a disfrutar en la sede del Banco Mundial en Washington -donde cobraría 226.500 euros anuales libres de impuestos- era la compensación de Rajoy por los servicios prestados. También porque en ambas renuncias la presión mediática ha declinado la balanza en favor de la ejemplaridad exigible a los cargos públicos y los representantes del Estado.

Paraísos fiscales

Si en abril el exministro respondía personalmente con el puesto a la salida a la luz pública de sus negocios en paraísos fiscales, ahora se va a petición del mismo Gobierno que lo había postulado para el cargo. La diferencia es crucial pues mientras la vergüenza que comportaba su dimisión como ministro la asumió el propio Soria, aunque tangencialmente salpicó al Gobierno, ahora son principalmente Rajoy, De Guindos, Margallo, Catalá, Cospedal y todos los que con tanto ímpetu han defendido su idoneidad para el cargo quienes deben acusar el bochorno de una promoción que nunca debió producirse.

Es como mínimo chocante que el mismo presidente y el mismo ministro que hasta ayer aseguraban que Soria es "un funcionario que ha ganado un concurso", y que sería una "ilegalidad" y una "prevaricación" impedir una designación "administrativa y no política" hayan maniobrado luego para que rehúse a su fastuosa jubilación. Este cambio de criterio es una reacción desesperada de los máximos responsables de un Gobierno que prefiere dar marcha atrás a seguir agravando el escándalo enredándose en nuevas falacias y falsedades.

Descrédito

A la desvergüenza que supuso la promoción de Soria como representante español en el Banco Mundial se suma ahora el descrédito que significa para el Gobierno haber tenido que dar marcha atrás. La renuncia forzada de Soria no se hubiera producido sin la lucha soterrada en el PP por sustituir a un candidato fallido como Rajoy. El presidente ha acabado cediendo ante el incendio provocado por un fuego amigo dirigido contra Luis de Guindos, que queda muy tocado por este escándalo en la carrera sucesoria y que se verá en la paradoja de seguir defendiendo en el Congreso la idoneidad de la candidatura.

La renuncia de Soria no puede librar al ministro de rendir cuentas por este caso ni de encajar las críticas que merecen los dedazos y la utilización de los cargos de representación de España para recompensar facilidades y enchufar a los amigos. Todo apunta a que el 'expediente Soria' puede acabar siendo el 'caso De Guindos' y a que hasta aquí llegaron los sueños de que pudiera convertirse en octubre en el Mario Monti español. Qui prodest? Pues la misma de siempre.