La desfachatez de Arnaldo Otegi no tiene límites. Pocas horas antes de que la Junta Electoral Provincial de Guipúzcoa reiterase que el expreso no podrá presentarse como candidato a las elecciones vascas, el aspirante inelegible designado por EH Bildu ha declarado que "cuando oigo hablar de mi inhabilitación, y oigo decir a la gente que prácticamente la culpa es mía… recuerdo a los que dicen que la culpa de que violen a las mujeres es por la forma en la que van vestidas".

Este intento de victimismo por parte del exmiembro de la banda terrorista ETA es repulsivo. La comparación, además de absurda, es un insulto tanto a las víctimas del terrorismo como a aquellas mujeres que han sufrido en carne propia la violencia sexual. La Junta Electoral se ha limitado a ratificar la inhabilitación hasta 2021 que pesa sobre Otegi: en puridad su decisión nada tiene que ver con la desvergüenza del personaje sino con su última condena. Sin embargo, incluso si no estuviera legalmente incapacitado para presentarse, su equiparación de las sentencias judiciales con los más deleznables pretextos machistas-como si el largo de la falda estuviera en la misma categoría del secuestro o asesinato- demuestra que carece de la catadura moral mínima para representar a nadie.