La que estaba llamada a ser una reunión crucial para superar el bloqueo de la legislatura ha servido para constatar que Rajoy no parece dispuesto a hacer gestos que lleven a Ciudadanos o al PSOE a reconsiderar su voto en una eventual sesión de investidura. Una semana después de comprometerse a "someter a debate y aprobación" del comité ejecutivo del PP las seis condiciones contra la corrupción planteadas por Rivera, e intentar así procurarse su apoyo, el presidente en funciones ha comparecido con las manos vacías. 

El PP no ha debatido ni una sola de las medidas del paquete de reformas que plantea Ciudadanos, ni Rajoy ha desvelado si se presentará a la investidura. La aceptación sine qua non de sus propuestas y el anuncio de la fecha del pleno eran dos premisas para Ciudadanos, pero Rajoy ha optado por mostrarse desdeñoso. Le habría bastado comprometerse con aceptar las reformas de regeneración y aclarar si piensa solicitar la confianza de la Cámara -como establece la Constitución- para allanar el camino hacia su reelección. Sin embargo, ha preferido desairar a su potencial aliado antes que dar la impresión de que cede ante él.

Mentira clamorosa

El presidente ha mentido de forma clamorosa a la opinión pública al asegurar que nunca prometió que sometería a la dirección del PP las reformas de Ciudadanos. Si algo añade este nuevo embuste al personaje, es que perfila con más nitidez su retrato de hombre apoltronado y reacio a pactar.

Rajoy no necesita a nadie que, como ha vuelto a hacer el presidente de Castilla y León, le diga que está desnudo. Ha quedado claro que se sobra y basta para mostrarse tal y como es. Juan Vicente Herrera reclamó la celebración del congreso del PP, y que éste sirva de "revulsivo", ante el mismo comité ejecutivo que cerró en falso el debate de las reformas de Ciudadanos. Es evidente que poco o nada evolucionará el PP con Rajoy al frente

El presidente se ha limitado a volver a exigir la abstención del PSOE y el voto favorable de Rivera sin contrapartida. Luego ha anunciado que este jueves volverá a reunirse con el líder de Ciudadanos. Intenta trasladar la impresión de que el voto de Rivera es gratis y poner el foco en Pedro Sánchez. Pero con esta demostración de intransigencia sólo demuestra que su único afán es perpetuarse y que sus promesas de regeneración son instrumentales. Con su actitud, Rajoy dificulta el posible acuerdo de investidura con Ciudadanos mientras da razones a la dirección socialista para no ceder a la presión de la vieja guardia y abstenerse.

Inflexible

Si Rajoy es tan inflexible como para no hacer nada con tal de atar los votos que casi tenía garantizados no puede ser tampoco el presidente idóneo para gobernar sin mayoría absoluta. Si Rajoy no concreta este jueves en su reunión con Rivera la fecha de su investidura, el líder de Ciudadanos deberá apoyar cuantas resoluciones parlamentarias insten a la presidenta de la Cámara a convocar el pleno. El PSOE ya ha anunciado que este viernes registrará una iniciativa en este sentido y Ciudadanos debería sumarse. Es insólito que Ana Pastor se preste a una estrategia de dilación que sólo puede incomodar a la Corona.

Al consentir reunirse con Rajoy sin que el presidente se haya dignado todavía contestar a uno sólo de sus requerimientos, Rivera se arriesga a parecer débil. Pero cuanto más muerda Rajoy la mano tendida de Ciudadanos, menos credibilidad tendrá su discurso victimista y más claro quedará que es un problema para España y para su partido.