Tras negociar el apoyo de Ciudadanos a los Presupuestos, Mariano Rajoy pretende ir a una política de hechos consumados, de manera que el "sí" a las cuentas acabe traduciéndose -presiones mediante- en un "sí" a su investidura. Rivera ha querido separar expresamente los pactos de Estado con su respaldo personal a Rajoy, sabedor de que no puede entregarse a quien representa todo aquello que él dice haber venido a cambiar, empezando por la pasividad ante la corrupción.

Antonio Hernando, portavoz de los socialistas en el Congreso, ha incidido este viernes en esa idea: "El PSOE no va indultar la corrupción de Rajoy con su voto o con su abstención". Es un mensaje que, más que al PP, va dirigido a Ciudadanos. Rivera quedaría estigmatizado si apoyara al líder del PP.

La posición del PSOE y de Ciudadanos demuestra que el manido "bloqueo" no es consecuencia del inmovilismo de ambas formaciones, sino de la incapacidad del PP para proponer a otro candidato que no lleve a sus espaldas la pesada mochila de la corrupción. Porque la realidad es que, aunque no quisieran, Sánchez y Rivera están condenados a decirle "no" a Rajoy.