Los organizadores de la manifestación del Orgullo no parecen las personas más indicadas para abanderar los valores de tolerancia e igualdad que dan sentido al movimiento de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales.

Los encargados de preparar los fastos del sábado han invitado expresamente a la Asamblea de Madrid a participar en la marcha multitudinaria que recorrerá Madrid, al considerar que ha sido la institución que más se comprometió en 2015 en la defensa de los derechos y reivindicaciones del colectivo. Sin embargo, han especificado que no quieren que asistan ni la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, ni "ningún representante del PP".

A la hora de intentar justificar este veto, los responsables de la federación estatal de FELGTB y de la organización autonómica Cogam han aducido que no admiten a un partido que "no lucha por los intereses que defendemos desde hace años". El argumento es contradictorio, además de endeble e impropio de quienes, por su responsabilidad, más sensibles deberían ser frente a cualquier exclusión en razón de la condición u orientación sexual de las personas, su raza o sus ideas.

Contradicción

Es un sinsentido que se reconozca el compromiso de una administración determinada en la defensa de una causa y, al mismo tiempo, se proscriba a quien la preside. Y es absurdo, además de una muestra de intransigencia, que una asociación que quiere sensibilizar contra la homofobia y derribar prejuicios se arrogue el derecho de admisión en una fiesta de vocación universal.

Es verdad que en el PP, como en otros partidos y asociaciones, hay intolerantes dispuestos -incluso- a jactarse de su vulgaridad: sin ir más lejos, hace poco el portavoz del PP de Sóller dijo que había que celebrar "el día del machote". Pero no deja de ser un reduccionismo hacer extensiva a toda una organización la actitud deplorable de algunos de sus miembros.

Hay quien se retrotrae a 2005, cuando el PP recurrió la ley del matrimonio homosexual ante el Constitucional, para justificar esta intransigencia. El PP se equivocó, según demostró el propio Tribunal en su fallo, al considerar que la ley impulsada por Zapatero vulneraba la Carta Magna y al presentar un recurso que dividió a sus propias filas.

Contraproducente

La decisión de la dirección de FELGTB y Cogam parece además contraproducente porque supone cerrar la puerta, precisamente, a los dirigentes del PP que están más decididos a acabar con prejuicios dentro de este partido. Llevado a un extremo, es como si estas asociaciones impidieran asistir a los actos del Orgullo a musulmanes o católicos arguyendo que el Islam o el Vaticano no se han caracterizado precisamente por reivindicar la causa de gays, lesbianas y transexuales.

El conjunto de asociados a la FELGTB y Cogam debería pensar si sus actuales direcciones representan con eficacia y lealtad sus intereses. Sencillamente, no debería haber espacio para el sectarismo en este movimiento.