Opinión El merodeador

Merodeos

27 junio, 2016 02:32

La abstención más alta refleja el hartazgo ciudadano

Después de seis meses de bloqueo político e institucional, las elecciones más extraordinarias desde 1977 -puede que las más importantes- se han saldado con la participación más baja de la democracia: siete puntos menos que hace seis meses en el recuento de las seis de la tarde, diez puntos en el caso de Cataluña.

Algunos políticos han sugerido que el buen tiempo y la coincidencia de los comicios con un puente podrían está detrás de este histórico divorcio de los electores con las urnas, pero esta explicación parece más una frivolidad y un pretexto que un análisis creíble.

El hartazgo de los ciudadanos ante la incapacidad de los políticos para formar gobierno se revela como la causa más probable de una caída tan acusada. De hecho, en Cataluña, la comunidad autónoma que más ha padecido la incapacidad de sus gobernantes, la abstención es, con una diferencia de 10 puntos, la más alta de España: no es de extrañar cuando en apenas dos años los catalanes han tenido que votar en seis ocasiones.

Susana Díaz, sin capacidad de pedirle cuentas a Sánchez

El 26-J ha procurado un resultado político especialmente reseñable en Andalucía, Cataluña, la Comunidad Valenciana y País Vasco. El resultado en Andalucía deja a Susana Díaz sin capacidad para pedirle cuentas a Pedro Sánchez y mina también sus posibilidades de cara al próximo congreso del PSOE, si es que tenía alguna ambición. La mayoría de los 200.000 votos socialistas perdidos han desaparecido en esta comunidad.

El PSOE ha perdido en esta región dos escaños en favor del PP, que confirma su hegemonía al pasar de 21 a 23 escaños frente a los 20 obtenidos por los socialistas. La confluencia entre Podemos e IU sólo ha servido para lograr un diputado más que los 10 obtenidos por el partido de Pablo Iglesias hace seis meses.

En Cataluña, el resultado ha sido muy similar al resgistrado hace seis meses, con la diferencia destacable de que el PP ganaría un escaño que perdería Ciudadanos. No se trata de un cambio insignificante si tenemos en cuenta que el ascenso del PP se produce apenas unos días después de conocerse unas grabaciones que demuestran que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, cabeza de cartel de los populares en esta Comunidad, impulsó investigaciones sobre rivales políticos. El resultado, en cualquier caso, confirma a En Comú Podem como fuerza mayoritaria, con 12 escaños, frente a los 9 de ERC, y los 8 del PSC y de CDC.

También es muy llamativo el resultado en la Comunidad Valenciana, donde sólo el PP ha mejorado su resultado de hace seis meses en dos escaños, al pasar de 11 a 13 diputados, pese a la corrupción de los últimos años y los escándalos judiciales en sus filas: los populares han ganado en las tres provincias (Castellón, Valencia y Alicante). No sólo no ha habido sorpasso a la valenciana (Compromís-Podemos se ha quedado con 9 escaños) sino que el PSOE, que gobierna junto a Compromís, pierde un diputado al pasar de 7 a 6 diputados. Ciudadanos mantiene sus 5 escaños.

En el País Vasco el nacionalismo cae frente al embate de Podemos. Podemos ha culminado el sorpasso al PNV. Si en las últimas elecciones el partido del lehendakari Íñigo Urkullu lograba resistir a duras penas a la coalición Podemos/Ahal Dugu-IU-Equo con 6 escaños, esta vez ha conseguido 5 frente a los 6 de esta formación, por lo que ha quedado relegado a segunda fuerza. La coalición de izquierdas se ha impuesto en las tres provincias vascas.

Los resultados también confirman el derrumbe de Bildu ante el avance de Podemos, ya que solo ha conseguido 2 escaños, al igual que en el 20-D. El fracaso de los dos partidos nacionalistas tradicionales muestra que a pesar de su esfuerzo de rentabilizar la ola independentista de Cataluña, cada vez están más desconectados de los electores vascos.

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