El dato publicado este jueves por el Instituto Nacional de Estadística que indica que los nacimientos han caído en España un 19,4% desde 2008, año en que comenzó la crisis, debería servir de alarma. No estamos ante un episodio puntual, se trata de una peligrosa tendencia que deja nuestra tasa de natalidad en nueve nacimientos por cada mil habitantes.

Cabría hablar ya de una década negra desde el punto de vista poblacional. El desplome en el número de nacimientos de estos últimos años ha provocado que, por primera vez desde que se tienen datos registrados (1941), ya haya hoy en nuestro país menos alumbramientos que defunciones.

El caso español

Es evidente que la incertidumbre y la falta de confianza en el futuro que ha generado la crisis económica ha disuadido a muchas parejas de tener hijos o, al menos, aplazar un tiempo esa decisión. Bastante cuesta arriba se ha puesto la vida para millones de personas, con altos índices de paro, bajos sueldos y pocas expectativas de mejora, como para afrontar las obligaciones y atenciones que conlleva la paternidad. Eso explica, también, que cada vez sean más las parejas que deciden tener sólo un hijo.

La crisis ha generado una altísima tasa de paro entre los jóvenes, que ha llevado a muchos de ellos a buscar oportunidades en el extranjero. De la misma forma, ha provocado el retorno de inmigrantes a sus países de origen. Un cóctel perfecto para incrementar el envejecimiento de la población. El caso español no es único, pero sí más acusado que en otros países de nuestro entorno que viven en un contexto socioeconómico similar, lo cual lleva a pensar que hay causas específicas que explican el fenómeno.

Las pensiones

La realidad es que hoy no hay reemplazo generacional, con los problemas de todo tipo que eso generará en un futuro no muy lejano, por ejemplo, a la hora de pagar las pensiones. Se calcula que en 2050 habrá un trabajador en España por pensionista, una situación que, de no tomar medidas ya, provocará la quiebra del sistema.

Lo que está claro es que hay que revisar a fondo las políticas que favorezcan la maternidad. La creación de guarderías, la ampliación de permisos a los progenitores para cuidar de sus hijos sin menoscabo de sus condiciones laborales y la lucha contra la precariedad en el trabajo se antojan medidas básicas. Aun así, hay inconvenientes estructurales, producto por ejemplo del baby boom de los 60, que harán que  el problema de la natalidad siga siendo el talón de Aquiles de España en los próximos años.