Opinión El merodeador

Merodeos

13 junio, 2016 00:45

Eurosalvajes en Francia

Más de 35 heridos, uno debatiéndose entre la vida y la muerte y varios graves, después de tres días de violencia hooligan en Marsella y -este domingo- en Niza, son razones suficientes para preguntarse si Francia puede garantizar la seguridad de la Eurocopa durante el mes que dura la competición.

Si reparamos en que la amenaza terrorista ha movilizado a la Interpol -por primera vez en una Eurocopa- y que la inteligencia francesa mantiene a 2.000 agentes en máxima alerta, más incomprensible se hace la ola de violencia desatada. El Ministerio del Interior francés ha alegado que su dispositivo de seguridad está diseñado para hacer frente a posibles atentados pero no al fanatismo de las aficiones, una excusa que puede generar más desconfianza que tranquilidad sobre su capacidad. Es evidente que la Policía gala no ha sabido separar a las aficiones de selecciones con un destacado historial de violencia, que fallaron los dispositivos de control, lo que permitió el acceso al Estadio de Velodreme de bengalas, y que no se ha impedido la llegada de aficionados sin entrada predispuestos a armar bronca.

El caos ha sido tal que si el pasado viernes el ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz, aseguraba que la Eurocopa se celebraría con "absoluta tranquilidad", este domingo recordaba que efectivos de la Policía Nacional acompañarán a los aficionados españoles como principal garantía de seguridad. La restricción de la venta de alcohol en las horas previas a un encuentro de alto riesgo puede ser una medida preventiva eficaz, ya que el consumo inmoderado de bebidas alcohólicas y los comportamientos andan siempre de la mano. En este sentido las autoridades galas han acertado al prohibir el alcohol en las cercanías de los estadios la víspera y el propio día del partido.

Sin embargo es obvio que todos los países pueden y deben hacer mucho más para erradicar el vandalismo del fútbol, y que la UEFA podría presionar en este sentido en lugar de desentenderse absolutamente de cuanto sucede fuera de los estadios. Sobre todo cuando los hinchas más agresivos son siempre los mismos y están identificados. La violencia ha empañado el inicio de un campeonato del que hay que erradicar a los eurosalvajes para que la escalada no desemboque en tragedia.

Iglesias debe condenar los ataques a Ciudadanos

La tensión electoral comienza a notarse en la calle. El viernes pasado, varios candidatos del PACMA fueron atacados durante la pegada de carteles en Granada, mientras que este fin de semana el partido de Albert Rivera ha sufrido dos agresiones verbales: pocas horas después de que un individuo tratase de boicotear el acto de Ciudadanos en Barcelona, un grupo de jóvenes arrinconaba a los afiliados de la formación naranja en una mesa informativa en Vallecas al grito de “putos nazis de mierda”.

Estos episodios de intimidación y violencia son inadmisibles. Que los voluntarios de Ciudadanos en Vallecas intentasen defenderse de los agresores alegando que ellos también son “gente de izquierdas” es especialmente llamativo, ya que muestra hasta qué punto es peligroso denominarse de derechas o de centro en ciertos barrios de la capital. Lo mismo que sucedía en sentido inverso en la llamada “zona nacional” del centro de Madrid al inicio de la Transición.

Rivera ha hecho bien en emplazar a Pablo Iglesias, según los sondeos el principal representante de la izquierda, a que condene las agresiones sufridas por su partido. Por si fuera poco, el grupo de Ciudadanos en Vallecas afirma que los acosadores llevaban propaganda electoral de Podemos, por lo que hay razones más que suficientes para que el líder de la formación morada se dé por aludido. Iglesias, al igual que el resto de los dirigentes políticos, debe garantizar que la polarización que caracteriza esta campaña no se traduzca en violencia callejera.

 

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