Hace unos meses, Ada Colau recibió en Barcelona a Yannis Varoufakis. Subió a Twitter una foto del encuentro con el texto “Otra Europa es posible y la haremos desde abajo”. El viernes, la portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento reveló que Varoufakis había cobrado dos mil euros por dar una conferencia, más billetes de avión para él y su señora, y tres noches en un hotel de cinco estrellas. Lo de hacer Europa “desde abajo” suena raro cuando te traes a tu amiguete desde Atenas con la parienta y los alojas en un hotel de lujo.

Los Varoufakis serán muy de Syriza, pero pasaron tres días de gorra en Barcelona. Y Ada Colau será de la PAH, pero ese festival que montó para su amigo griego parece más propio de la época de Jesús Gil en Marbella que de un ayuntamiento del cambio. Lo suyo habría sido ofrecer al exministro una habitación en un hotel sencillito (ojo, no hablo de una pensión llena de chinches) y sugerirle que viajase solo y se quedase en la ciudad el menor tiempo posible para no dar gasto. Pero Colau, rumbosa ella, pagó más de cuatro mil euros por la visita de Varoufakis.

Así da gusto ir de progre y pedir justicia social. Quién ha visto y quién ve a doña Ada, la amiga de los desahuciados, reservando hoteles de a trescientos euros la dormida e incluyendo en el plan a la señora Varoufakis, que vino a Barcelona como iban las primeras damas a las cumbres de Estado: a aplaudir al marido listo, a posar sonriendo y luego a recorrer la ciudad sabiendo que a la vuelta te espera un hotel fetén y que no te cuesta un céntimo. Vaya planazo.

Uno puede esperar que una fiesta así la organice un alcalde neoliberal, y que un capitalista salvaje se apunte a la juerga. Pero choca que la alcaldesa antidesahucios pase por ese aro, igual que choca que Vaorufakis venga de gorrón a Barcelona si se pasa la vida clamando por los pobres del mundo. Una persona socialmente comprometida no acepta que un ayuntamiento endeudado hasta las orejas le pague dos mil euros por cuarenta minutos de charla, ni las vacaciones gratis con la consorte.

Es legal que Ada Colau se traiga a Varoufakis con trato de estrella de rock. Pero que no diga que ella y su invitado van a arreglar el mundo desde abajo. Los de abajo – al menos, los que conozco - no duermen en habitaciones de lujo, ni viajan por la cara, ni meten a la señora en el paquete de gastos. La historia de los justos, los humildes y la famélica legión huele a cuerno quemado cuando la cuentan estos.