Opinión El merodeador

Merodeos

1 junio, 2016 01:21

Cuando existe un cártel hasta de fabricantes de pañales

La multa que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha impuesto a ocho empresas que fabrican pañales para adultos por pactar precios demuestra lo extendido que está en España la cultura del cártel y del mercado cautivo. Las firmas en cuestión se estuvieron concertando durante casi dos décadas, desde 1996 a 2014, lo que da idea de la magnitud del fraude.

Si en cualquier sector un comportamiento así es inadmisible, en este caso resulta particularmente abominable, pues estamos hablando de la industria de absorbentes para pacientes no hospitalizados que tienen problemas de incontinencia, un material que se dispensa en farmacias y que financia la Seguridad Social.

Esta nueva actuación del la CNMC demuestra el compromiso de su presidente, José María Marín Quemada, con la tarea de que el mercado sea verdaderamente libre en España algo que, a la vista de los acontecimientos, está aún lejos de conseguirse. En menos de tres años, Marín Quemada ha encontrado prácticas irregulares relacionadas con la competencia en el sector del automóvil, en la banca, en las petroleras, en las eléctricas... hasta en el sector del turrón.

Ahora, en el caso de los pañales no sólo ha multado con 128 millones a los fabricantes, sino que por primera vez sanciona a directivos de las firmas y hasta a un responsable de la federación del sector. Pero la conclusión no puede ser más desoladora: cuando existe hasta un cártel en la industria de pañales para adultos es que la libre competencia es una quimera.

Billetes de monopoly o "parlones" en Santa Coloma

El pleno municipal de Santa Coloma de Gramenet ha aprobado este martes el reglamento que sentará las bases del funcionamiento de su propia moneda local. La alcaldesa Núria Parlón se ha vanagloriado de presidir el primer ayuntamiento de toda España que canaliza gasto público con su propia moneda digital a través de un Circuito de Comercio Social. Pero la realidad es que estamos ante una iniciativa extravagante, cuyos beneficios no están contrastados y que podría ser contraproducente.

El objetivo del dinero no es sólo facilitar el intercambio de mercancías, sino también actuar como unidad de valor. Esta moneda no tiene ningún tipo de respaldo, ya que no hay un banco emisor, por lo que técnicamente no tiene valor liberativo y funciona sólo cono economía de trueque. Al tratarse de una divisa exclusivamente digital, corre el riesgo incluso de sufrir ataques informáticos, y es poco probable que los ciudadanos de Santa Coloma se arriesguen a cambiar grandes sumas de dinero a una moneda que prácticamente tiene el mismo valor que los billetes del monopoly.

Según Parlón, con esta moneda propia se pretende avivar el sentimiento de pertenencia y enriquecer "el orgullo de comprar en casa". Hacer experimentos con algo tan serio como el dinero es un error. Nos ha costado demasiados años alumbrar una moneda única como para ahora ir promoviendo una distinta en cada municipio.

La alcaldesa dice que ahora propondrá a los ciudadanos que sean ellos quienes bauticen la nueva moneda. Lo tiene muy fácil. De la misma manera que Jacinto Pellón, responsable de la Expo 92, legó su nombre al dinero que se perdía en las mordidas y en la gestión manirrota -"el pellón"-, Núria Parlón también merece pasar a la historia por su frívola iniciativa: "el parlón".

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