La multa que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha impuesto a ocho empresas que fabrican pañales para adultos por pactar precios demuestra lo extendido que está en España la cultura del cártel y del mercado cautivo. Las firmas en cuestión se estuvieron concertando durante casi dos décadas, desde 1996 a 2014, lo que da idea de la magnitud del fraude.

Si en cualquier sector un comportamiento así es inadmisible, en este caso resulta particularmente abominable, pues estamos hablando de la industria de absorbentes para pacientes no hospitalizados que tienen problemas de incontinencia, un material que se dispensa en farmacias y que financia la Seguridad Social.

Esta nueva actuación del la CNMC demuestra el compromiso de su presidente, José María Marín Quemada, con la tarea de que el mercado sea verdaderamente libre en España algo que, a la vista de los acontecimientos, está aún lejos de conseguirse. En menos de tres años, Marín Quemada ha encontrado prácticas irregulares relacionadas con la competencia en el sector del automóvil, en la banca, en las petroleras, en las eléctricas... hasta en el sector del turrón.

Ahora, en el caso de los pañales no sólo ha multado con 128 millones a los fabricantes, sino que por primera vez sanciona a directivos de las firmas y hasta a un responsable de la federación del sector. Pero la conclusión no puede ser más desoladora: cuando existe hasta un cártel en la industria de pañales para adultos es que la libre competencia es una quimera.