El sondeo de EL ESPAÑOL sobre intención de voto demuestra que la pinza que han conformado el PP y Podemos está dando los resultados pretendidos por sus promotores: a seis semanas del 26-J son ellos los únicos que suben, mientras el PSOE baja y Ciudadanos mantiene su representación, aunque pierde apoyos respecto a anteriores sondeos. Ahora bien, desde el punto de vista de la aritmética parlamentaria ese corrimiento de votos no resolvería la situación de bloqueo que dejaron las elecciones de diciembre.

En el supuesto de que el PP pudiera atraerse a Ciudadanos, ambos sumarían 168 escaños, todavía a ocho de la mayoría absoluta. Pero no sería fácil que Albert Rivera respaldara a Rajoy, tanto por convencimiento -descarta que el dirigente del PP pueda liderar la regeneración que necesita España- como por interés político, ya que su formación podría acabar siendo fagocitada por el PP; de hecho, según revela nuestra encuesta, la causa de que Ciudadanos haya dejado de crecer es la fuga hacia los populares de hasta un 15% de sus votantes.

No cuajan los bloques

Enfrente, la suma de Podemos-IU más el PSOE también se quedaría corta: 157 escaños, a 19 de la mayoría absoluta. En este caso, y dado que la encuesta indica que los socialistas perderían la segunda posición, la posibilidad de pacto sería más remota si cabe, por cuanto echarse en brazos de Pablo Iglesias significaría la ruina definitiva para el PSOE. Y además habría que contar con los separatistas.

Al difuminarse la posibilidad de que cuaje alguno de los bloques ideológicos tradicionales de derecha e izquierda, tanto por falta de escaños como por estrategia política de los partidos, cabe explorar la gran coalición que uniera a formaciones de distinto signo. Aquí, la fórmula por la que más se decantan los votantes es la del gobierno del PP -la fuerza más votada- con el apoyo del PSOE y Ciudadanos. Ahora bien, los votantes socialistas preferirían un acuerdo con Podemos y Ciudadanos antes que con el PP y Ciudadanos, y antes también que con Podemos y los nacionalistas.

Aunque el respaldo a la gran coalición liderada por el PP no es entusiasta (27%), es muy superior al resto -9 puntos más, por ejemplo, que la que recogería un posible acuerdo entre PSOE, Podemos-IU y los partidos nacionalistas-, y también la que más crece en relación al mes pasado (5 puntos). Es una alternativa que cuenta con un gran apoyo de quienes votaron al PP el 20-D (77%), pero también de una mayoría de los que se decantaron entonces por Ciudadanos (53%). También es la que menos desaprobación genera.

Una campaña clave

El sondeo detecta así mismo que los españoles han asumido como un error la repetición de las elecciones, lo que les ha llevado a abandonar posiciones maximalistas. La caída del rechazo a las alianzas para formar gobierno -sea del tipo que sea- se ha quedado en la mitad en relación al mes de abril.

Los datos indican, en cualquier caso, que hay una gran volatilidad, que la distribución de escaños es muy cambiante y que, por tanto, la campaña puede tener un efecto determinante en el resultado final. Habrá que ver si los estímulos para la polarización del voto siguen dando réditos. Por lo pronto han conseguido que el PSOE y Ciudadanos, los partidos que más se esforzaron por sumar desde posiciones moderadas para evitar una nueva convocatoria electoral, los que crecían en prestigio hace sólo unas semanas, sean hoy, paradójicamente, los más castigados.

Con todo, y más allá de las posibles alianzas para alumbrar un nuevo gobierno, vuelve a ponerse de manifiesto lo que hemos venido manteniendo desde diciembre: tendrá que haber un presidente de consenso para desbloquear la situación, porque es muy difícil, por no decir imposible, que Rajoy pueda reunir los apoyos para ser investido