Opinión El merodeador

Merodeos

13 mayo, 2016 02:19

Un impeachment que no resolverá la crisis de Brasil

Tras 20 horas de sesión parlamentaria, el Senado de Brasil ha dado luz verde a la destitución de Dilma Rousseff por irresponsabilidad fiscal. La presidenta, que será apartada de su cargo durante 180 días mientras se resuelve de manera definitiva si continúa al frente del Gobierno, ha intentado presentar la decisión del Senado como un “golpe de estado” y ha afirmado que el proceso es una venganza de grupos que de otro modo no llegarían al poder. Con estas declaraciones la mandataria intenta evadir su responsabilidad, ya que es evidente que Rousseff, sobre la que también planea la sospecha de una posible implicación en el escándalo de la petrolera Petrobras, no es de ningún modo una víctima inocente. Los ciudadanos brasileños también ven con buenos ojos su destitución: cerca del 60% de los votantes se muestran a favor del impeachement, según las encuestas.

Una presidenta que no cuenta ni con el apoyo del legislativo ni el de los ciudadanos no puede aferrarse a su cargo, pero también es cierto que un Congreso en el que 300 de sus 513 parlamentarios se enfrentan a acusaciones por diferentes delitos no goza de excesiva legitimidad moral. El propio iniciador del proceso, Eduardo Cunha, está siendo juzgado por corrupción, mientras que el sucesor de Rousseff, Michel Temer, ha sido mencionado en testimonios relacionados con el caso Petrobras. A pesar de que existen razones más que suficientes para que Rousseff abandone su cargo, su destitución no solucionará la grave crisis política e institucional que afronta el país.

Nadie debería ser más papista que el papa

El papa Francisco ha anunciado este jueves que creará una comisión para estudiar la posibilidad de que las mujeres puedan ser diáconos. Este grado de consagración anterior al del sacerdocio permitiría a las mujeres administrar algunos sacramentos como el bautismo y el matrimonio. Se trata de un anuncio histórico que demuestra el compromiso del papa por adaptar a la Iglesia a los nuevos tiempos. Además, ofrecer vías de participación a la mujer supone sumar miembros a un clero cada vez más mermado por la falta de vocaciones. Un paso de semejante magnitud puede ser mal recibido por los sectores más conservadores de la Iglesia. Sin embargo no debería olvidarse que en asuntos de la competencia del Santo Padre nadie debería ser más papista que el papa. 

Fermoselle 2016 jueves

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