Opinión El merodeador

El merodeador

30 abril, 2016 01:38

El doble juego de Podemos ante el duopolio televisivo

La iniciativa sobre medios de comunicación que Podemos ha presentado este viernes en el Congreso de los Diputados no tiene ningún recorrido, pero sí el valor simbólico de marcar de cara al futuro su posición en este ámbito, crucial en materia de derechos y libertades.

Su propuesta incluye medidas para evitar la concentración en el terreno audiovisual, de manera que ningún empresario pueda ejercer tal posición de dominio que acabe con la pluralidad y la competencia. En ese sentido, la formación de Pablo Iglesias aboga por "poner límites a la propiedad cruzada" en televisiones y radios.

Desde ese punto de vista se trata de una buena idea. Es oportuno que haya limitaciones a la concentración en un sector que no es libre, que está sujeto a licencias que concede el Estado y se deciden en Consejo de Ministros.

En esa tesis, Podemos coincide con el presidente de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, José María Marín Quemada, que ha denunciado la situación de duopolio que existe en televisión, donde Mediaset y Atresmedia copan el 80% de la tarta publicitaria.

Sin embargo, la iniciativa de Podemos tiene trampa. Primero, porque descarta actuar, llegado el momento, con carácter retroactivo. Es decir, no se plantea proceder contra el duopolio actual, que es el que lo catapultó como fuerza política. Por tanto, Iglesias está anunciando un favor y enviando un mensaje de tranquilidad a quienes le han promocionado, seguramente para que lo sigan haciendo. Es una posición que no se sostiene, por cuanto lo que hay que combatir son las situaciones reales de dominio o monopolísticas, no las imaginarias o futuras. Es más, la existencia de ese desequilibrio hace improbable que otros puedan no ya acaparar el mercado, sino siquiera abrirse hueco.

Pero la propuesta tiene trampa, también, porque bajo la apariencia de fomentar la competencia y la pluralidad, conocemos ya mensajes intervencionistas de Podemos que amenazan a las empresas privadas de comunicación y a la propia libertad de expresión. No es casualidad que en el reparto de carteras y responsabilidades que dibujó en aquel hipotético gobierno con Pedro Sánchez se auto otorgara el control de Televisión Española.

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