A tan sólo siete días de que Felipe VI inicie la tercera y definitiva ronda de contactos con los representantes de los grupos parlamentarios todo apunta a que el emplazamiento del monarca caerá en saco roto. Las agendas de los partidos y los pronunciamientos de los portavoces con vistas a la semana clave para lograr un acuerdo de gobierno in extremis suponen -casi- versiones distintas del mismo enroque. 

Quienes no están entregados a estrategias obstruccionistas desde el primer momento se afanan en exigir al rival que ceda en beneficio propio. Mientras, unos y otros participan en actos de marcado acento electoral confiados quizá en que la repetición de los comicios el 26 de junio permita desbloquear la situación: en definitiva, que los ciudadanos resuelvan en las urnas el problema que los políticos electos no han sido capaces de solucionar.

Juegos florales

El baile de declaraciones es elocuente. A la misma hora a la que este domingo el secretario de Organización socialista, César Luena, pedía a Pablo Iglesias que abandone su pinza con Mariano Rajoy y permita un "Gobierno de cambio", el vicesecretario sectorial del PP, Javier Maroto, exigía a Sánchez que deponga "su actitud" y apoye una gran coalición entre los dos partidos mayoritarios a la que podría sumarse Ciudadanos. En resumen, juegos florales con los que apurar el tiempo de descuento hasta que el rey se vea obligado -a su pesar- a firmar el decreto de disolución de las Cortes el 3 de mayo. Hasta ahora todos los partidos, a excepción de Ciudadanos, que no ha parado de pedir un acuerdo entre las formaciones constitucionalistas, han dado muestras renovadas de inmovilismo.

Pablo Iglesias informará este lunes del resultado de la consulta trampa orquestada por él mismo para impedir definitivamente que el PSOE pueda formar gobierno con apoyo de Ciudadanos. El secretario general de Podemos no podrá alegar que ha dejado la decisión a las bases, ya que, además de formular preguntas tendenciosas en las que se oponía el anhelado gobierno de izquierdas a la entente entre PSOE y Ciudadanos, ha condicionado la permanencia de la dirección a que el pacto de El Abrazo sea vetado. Iglesias quiere ir a elecciones en coalición con IU y aprovechar el proceso de confección de listas para laminar a la corriente de Errejón para que no pueda hacer sombra a su liderazgo.

Sánchez también dice no

Por lo que respecta al PSOE, Pedro Sánchez intenta ocupar el tiempo reconviniedo a Podemos y quejándose de la traición de Iglesias para que el calendario desactive cualquier movimiento de Susana Díaz y los barones críticos. Su oposición frontal a buscar un presidente de consenso, tal y como manifestó el viernes en Onda Cero, supone un obstáculo añadido para desbloquear la situación.

Mariano Rajoy, además de haber declinado en dos ocasiones la proposición del rey de formar gobierno, tampoco ha hecho nada por acercar posiciones entre los partidos constitucionalistas. Decidido a llegar cuanto antes a elecciones, pasa de puntillas por los escándalos susceptibles de minar más su escasa credibilidad, como hemos visto en los casos Soria y Granada, y pone sordina a los malos pronósticos del FMI sobre el crecimiento. Sólo busca echar un órdago a los ciudadanos y que tengan que elegir entre él o el caos.

No hay ningún atisbo de que en la semana clave para explorar cualquier posibilidad que ahorre a España una nueva convocatoria electoral, los actores en escena vayan a cambiar de guión. Si el país se empantana dos meses más, sus señorías habrán cobrado siete meses por sólo dos trabajados. Además, repetir los comicios en plena Eurocopa costaría cerca de 192 millones de euros entre gastos fijos, mailing y nuevas subvenciones por voto obtenido. Si los partidos no son capaces de ahorrarnos unas nuevas elecciones sí deberían al menos ser capaces de concretar qué medidas excepcionales podrían adoptarse para que su propio fracaso no resulte tan caro a todos.