Seguramente tardaremos en conocer todos los negocios que ha tenido o tiene José Manuel Soria en el extranjero y si, de esa actividad, se deriva algún tipo de responsabilidad. Y eso es así, en parte, porque desde que se vinculó su nombre a los papeles de Panamá, el ministro de Industria se ha dedicado a extender una cortina de humo, ocultando información y aportando versiones inverosímiles para defender su honorabilidad.

Ahora bien, lo que ya sabemos con certeza es que Soria ha mentido a la opinión pública. Aseguró que desde el momento en el que entró en política, en 1995, abandonó toda actividad privada. Se ha constatado que en fechas muy posteriores (2002) su nombre aparece inscrito en el registro como administrador de una compañía, al igual que su rúbrica, de puño y letra.

Jersey, paraíso fiscal

También rechazó cualquier vínculo con paraísos fiscales. "Desmiento total y rotundamente que tenga absolutamente nada que ver con ninguna sociedad radicada en Panamá ni en ningún otro paraíso fiscal". Pero utilizó dos empresas pantalla para borrar sus huellas en Jersey.

Los papeles de Panamá revelan que, desde 1990, Soria es secretario de una compañía de su familia radicada en Reino Unido (UK Lines Limited), que no se liquida hasta 1997. Ese mismo año, el ministro pasa a figurar como director de una filial británica de la empresa familiar: Oceanic Lines Limited. Pero esa firma está controlada por otra registrada en Jersey (Mechanical Trading Limited) cuyos administradores son él mismo y su hermano.

Hoy desvelamos en EL ESPAÑOL que la red de sociedades en el extranjero en las que tenía participación no presentó cuentas durante años, así es que es imposible conocer la envergadura de esos negocios. Pero para determinar su futuro político, eso ya poco importa. Un ministro es incompatible con la mentira y con un paraíso fiscal.

Lastre para Rajoy   

Visto el listón que ha venido utilizando el PP de Rajoy con la corrupción, es posible que en otro momento político Soria hubiera podido aferrarse al cargo por un tiempo. En la actual situación, con una nueva convocatoria electoral en el horizonte, se ha convertido en un lastre demasiado pesado. Sirva de ejemplo que el acto que este jueves presidía Rajoy en Cuenca en defensa de las diputaciones provinciales quedó absolutamente ensombrecido por la polémica en torno al ministro.

Soria se ha convertido así, de la noche a la mañana, en la nueva Ana Mato de Rajoy, la ministra a la que una trama corrupta pagaba todo tipo de gastos, desde billetes de avión a fiestas infantiles de sus hijos. Así como Mato no se daba cuenta de quién se encargaba de esos desembolsos ni de que tenía un Jaguar en su garaje, Soria no se percataba de que figuraba en sociedades offshore. Su intención de explicarse el lunes ante la Comisión de Industria del Congreso llega tarde. Lo único que complica su marcha es el hecho de que un ministro en funciones no tiene facultad para dimitir, pero sí puede renunciar al ejercicio del cargo.