Opinión El merodeador

Merodeos

14 abril, 2016 01:47

Ada Colau o cuando la República se utiliza como ariete

La cantidad de medidas y festejos que ha preparado la alcaldesa de Barcelona para celebrar el 85º aniversario de la proclamación de la República es una desmesura. Entre ellos se encuentra la decisión de retirar el nombre de calles a los Borbones, empezando por Juan Carlos I. Se trata del mayor alarde republicano desde la Guerra Civil. Colau sigue así el camino que emprendió nada más llegar al Ayuntamiento, cuando dio la orden de retirar la imagen del rey, aun a costa de incumplir así lo establecido por la ley. Está claro que más que conmemorar una fecha de la historia, lo que hace Colau con ocasión de este 14 de abril es lanzar una ofensiva contra la Monarquía constitucional, que es el régimen con el que España ha disfrutado sus mayores cotas de libertad y prosperidad. "Tenemos República" es el lema elegido para los festejos. Colau y sus seguidores están en su derecho de preferir la república a la monarquía como sistema de gobierno, pero lo que es una provocación es actuar con sectarismo y sembrar la división social poniendo el dinero público al servicio de sus objetivos partidistas.

¿Recurrirá Mario Conde también a la teoría de la herencia?

El exbanquero Mario Conde ha vuelto a prisión tras rechazar ante el juez las acusaciones de blanqueo que pesan sobre él. La tesis que sostiene es que el dinero que ha introducido en España no proviene del desfalco de Banesto y que podrá aclarar su procedencia llegado el momento. Lo sorprendente es que no lo aclarase este miércoles ante el juez instructor y el fiscal. Su abogado, sin embargo, ha alegado que esa fortuna, que podría ascender a unos 13 millones de euros, es fruto de una herencia de su primer suegro, que tuvo negocios inmobiliarios. Los investigadores no creen esa versión y concluyen que Conde ha estado fingiendo ampliaciones de capital de sus empresas en España con fondos procedentes del extranjero que no inscribía. Hoy desvelamos en EL ESPAÑOL que el exbanquero cobró sus derechos de Planeta y los pagos de Intereconomía a través de su trama extranjera para no pagar a Hacienda. Es decir, que continuó haciendo trampas después de su estancia en la cárcel. También Jordi Pujol apeló en su día a la herencia paterna. Lo único sorprendente es que éste aún no haya entrado en la cárcel.

El ministro José Manuel Soria, entre la mentira y la torpeza

Los cambios de criterio y las contradicciones en las que ha incurrido José Manuel Soria desde que se le vinculó con los papeles de Panamá le dejan en muy mal lugar, porque, una de dos: o estamos ante un torpe o estamos ante alguien que trata de ocultar algo, lo cual abona inmediatamente la tesis de la evasión fiscal. Primero, se defendió asegurando que desde que entró en política, en 1995, no había tenido más actividad que la pública. Se ha sabido después que en 1997, cuando era alcalde de Las Palmas, figuraba en Oceanic Lines, una "empresa familiar" constituida en Reino Unido, que sustituyó a otra anterior, UK Lines, dedicada a servicios marítimos. El ministro había dicho también que en UK Lines no había tenido "ninguna función", y que si su nombre aparecía en el registro como secretario, tenía que deberse a "un error". Este miércoles ha trascendido, sin embargo, que su firma manuscrita está en un documento de la compañía. La cantidad de "errores" que se cometen en el extranjero con el nombre del ministro es -si atendemos a su versión- ciertamente poco común porque, según dijo, el hecho de que figurara en la documentación sobre paraísos fiscales del despacho panameño Mossack Fonseca era otro "error".
Ahora, Soria ha pedido comparecer ante la Comisión de Industria del Congreso para explicar con detalle todos los pormenores, pero días antes se había negado a prestarse al "juego político" de la oposición, a la vez que negaba legitimidad al Parlamento, alegando que el Gobierno en funciones, elegido en la anterior legislatura, no está sometido al control de la nueva Cámara. Si el incoherente relato de Soria responde a la torpeza -y acumula ya muchas a lo largo de su carrera-, no merecería ser ministro. Si trata de borrar un pasado turbio, merece ser sacado de la política.

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