El acuerdo puntual de no agresión que han escenificado en el Congreso el PP y el PSOE con Ciudadanos como catalizador es de una gran trascendencia política. Ha sido un acuerdo nada entusiasta, in extremis, a la fuerza, porque la alternativa -que fracasaran dos mociones en favor de la unidad de España- era, sin ninguna duda, la peor opción. Pero el dato cierto es que se ha demostrado que, por el bien general, el PP se puede abstener en el Parlamento ante una propuesta que respaldan PSOE y C's, y que, por la misma razón, el PSOE puede abstenerse ante una iniciativa que secundan PP y C's. Eso crea un precedente del cual los votantes van a tomar nota.

Lo sucedido este martes en el Congreso de los Diputados debería de ser el ensayo de una solución que permita formar gobierno y evite el despilfarro de unas nuevas elecciones que, muy probablemente, reeditarían la actual situación de bloqueo. Es cierto que lo ideal es que las dos mociones en favor de la unidad de España que se debatieron -una presentada por C's y otra por el PP- hubieran prosperado con los 253 votos de los tres partidos constitucionalistas. Eso preconfiguraría la solución que hemos venido reclamando en EL ESPAÑOL desde el primer día: un tripartito que diera paso a una legislatura de estabilidad política y reformas.

Evitar nuevas elecciones

Esa misma combinación, que deja fuera a la izquierda y a los nacionalistas radicales, es la que permitió elegir en su momento la Mesa del Congreso, lo cual viene a reafirmar que la única mayoría solvente de la Cámara es la que forman los dos grandes partidos más C's.

La circunstancia de que ambas iniciativas parlamentarias fueran aprobadas finalmente con las abstenciones recíprocas y sucesivas de populares y socialistas es lo menos malo. Ahora bien, el resultado es positivo y, no por más endeble resulta menos práctico. El PSOE supeditaba cualquier apoyo a la proposición por la unidad de España a un compromiso de reforma de la Constitución, y el PP, al contrario, exigía que no se tocara el texto. Cuestión de matices que no impidió las abstenciones alternas de ambos y que, con ellas, se constatasen dos cosas: que, en lo sustancial, PP y PSOE están en el mismo lado del tablero, y que bastaría una de esas abstenciones en un debate de investidura para evitar la convocatoria electoral de junio.

Que este martes se visualizara en el Congreso esa realidad demuestra la inteligencia política de Albert Rivera, que supo escenificar su papel en la tribuna blandiendo un ejemplar de la Constitución y realizando un discurso en positivo en el que defendió un patriotismo de "valores civiles", alejado del identitario y excluyente de los nacionalistas. Rivera refuerza de esta manera su figura como adalid de la defensa de la soberanía y la unidad nacional, más aún por cuanto Ciudadanos es el único partido que votó a favor de las dos propuestas sin poner condición alguna.

Buen estreno de C's

Ciudadanos capitalizaba así el acierto de que su estreno en la Cámara fuera con una moción a favor de la unidad de España. Al hacerlo, se apuntaba un tanto entre sus votantes e incluía el asunto en la agenda de populares y socialistas con un resultado que sólo podía beneficiarle. De rebote obligaba a Podemos a retratarse y a votar con los independentistas, como finalmente ha ocurrido.

Ahora bien, la mejor noticia del primer pleno de la legislatura es que ha quedado demostrado que, por el bien de España, PP, PSOE y C's pueden generar mayorías, aunque sea a través de la abstención, y eso crea un precedente indiscutible para el futuro.