Pobre catalanismo, que ya no recibe en un aeropuerto con flores ni a Tarradellas ni a nadie (a De Guindos sí, al que Junqueras mendiga de tapadillo, con nocturnidad y alevosía). Pero qué pobre catalanismo de hoy: huérfano vivo del último padre (Pujol), y descabezado del hereu (Mas) por una comuna en chandal.

Ahora que ya no hay Tarradellas al que recibir con claveles en el Prat, ahora que la cuestión de país es un bravuconearle a Madrid pesetas para banderitas y procesos de desconexión, la épica nacionalista precisa acuñar nuevos referentes. Nuevas estrategias de nación que vayan más allá de las entrañables genuflexiones de Artur Mas a los Macià, a los Companys y a sus lápidas cuando aún era president. Cuando a todo le daba Mas solemnidad -y barbilla- con cargo al FLA.

El catalanismo busca un relato diferente y que modernice lo rancio; un engendro intelectualoide que se mueva en redes sociales, por el que pasen plumillas, bodegueros de nuevo cuño, guitarras de palo, y esa crema catalana de la intelectualidad que se lo fía todo al pesebre que se abre. La cuestión es que este fin de semana, Òmnium Cultural celebra en Badalona la III Edición del Congreso Qüestion d´Estat, de máximo interés en la ONU y en Solsona. Quiere ser este congreso un foro de debate que aborde, entre otros asuntos, el papel de las áreas metropolitanas en la confección del procés y la labor de la burguesía catalana algunos años después de la cadena humana.

Por allí, por el Museu de Badalona, desfilará lo más granado de la nueva y la vieja Cataluña. De Gerardo Pisarello a Gabriela Serra, de Antonio Baños a Juliana. Ya se sabe que esto del Òmnium Cultural es el Club Bilderberg con barretina, y a su llamada se presta hasta la Virgen de Montserrat. Lluis Llach, nuevo presidente de la comisión de estudio del proceso constituyente en sustitución de la tristemente desaparecida Muriel Casals, andará también por la verbena. De Llach he contado alguna vez que anda chocheando su mitología contestataria de l'Estaca en movidas que le pillan ya talludito, y que es un tipo que saca buen vino y mejores novelas.

Lo del fin de semana en Badalona será la consagración definitiva de que los activistas andan en coyunda definitiva con las banderas. Un festival de verano adelantado. Una macedonia cachonda para fer país con sus prohombres y sus presumibles subvencionados. Qué bonito es Badalona.