El fracaso de Pedro Sánchez en su intento por ser investido presidente del Gobierno no ha sido percibido por los ciudadanos como un desastre. Al contrario. Su acuerdo con Albert Rivera ha generado una corriente de simpatía en la calle. Esa percepción, que ya se había palpado en los medios de comunicación y en las redes sociales, ha empezado a ser confirmada por las encuestas.

Un estudio de Metroscopia publicado este jueves concluye que Rivera ganó el debate del miércoles, y que Sánchez es el favorito por los españoles para ser presidente. Los grandes derrotados de ese sondeo son Rajoy y Pablo Iglesias. El 79% cree que la carrera política del primero ha terminado y sólo un 13% -el porcentaje más bajo- considera que el segundo tiene posibilidades de llegar a la Moncloa.

Victoria moral

La mejor prueba de que la derrota aritmética de la investidura ha sido una victoria moral para sus promotores es el radical cambio de discurso de Pablo Iglesias. Aunque Podemos votó en contra, su líder sustituyó en 48 horas la "cal viva" contra el PSOE por la salsa rosa de los cotilleos entre diputados para sugerir que queda por fraguar el "amor" entre Sánchez y él. También recuperó la imagen de su beso en los labios con Domènech para invitar al líder socialista a recomponer su relación. En esa línea concluyó: "A veces las discusiones más agrias preceden a los momentos más dulces".

La dureza y radicalidad con la que se empleó Iglesias en la sesión parlamentaria del miércoles ha generado críticas en las filas de Podemos y nerviosismo por sus posibles consecuencias. Carlos Jiménez Villarejo, exfiscal  Anticorrupción y, en su día, eurodiputado de esta formación anunció horas antes de la votación en el Congreso que se desvinculaba totalmente de ella.

Quien no se ha movido un milímetro de su sitio es Mariano Rajoy, que en su discurso de este jueves no tupo reparos en mentar la "corrupción", pero para atribuírsela al candidato socialista en una extraña pirueta: "Ha puesto las instituciones al servicio de sus intereses, y eso también es corrupción".

Construir y destruir

Sánchez, que abrió las intervenciones de esta segunda y definitiva votación, volvió a emplazar a Podemos a cambiar el sentido de su voto, resumiendo sus intenciones en una sola pregunta: "¿Queremos evitar que el señor Rajoy siga al frente del Gobierno, sí o no?", cargando sobre las espaldas de Iglesias esa responsabilidad. Rivera, por su parte, dijo que daba por imposible que PP o Podemos votaran a favor de la investidura, pero les animó a que, al menos, se plantearan la abstención. "Dejen de destruir y empiecen a construir", afirmó.

Aunque el calendario parlamentario aún permite alumbrar un acuerdo de gobierno hasta el 2 de mayo, lo que evitaría la nueva convocatoria de elecciones para el 26 de junio, es poco probable que las negociaciones entre partidos acaben con el bloqueo. Sólo en el caso de que las encuestas prevean un fuerte castigo para PP y Podemos alguna de estas formaciones podría reconsiderar su posición.

Lo que ha quedado claro tras este intento fallido de investidura es que sus impulsores, pese a no vencer, han convencido. Es, por tanto, una derrota que consolida a Sánchez en su partido y que relanza la figura política de Rivera.