De cara a la opinión pública, Pedro Sánchez sigue deshojando la margarita de los pactos cuando apenas faltan un par de días para que termine la cuenta atrás en la mesa de negociaciones. A la hora de sentarse a pactar, sin embargo, el candidato socialista es consciente de que la repetición de elecciones no conviene a ningún partido, por lo que va a intentar una jugada de malabarista: cerrar un acuerdo de investidura con Ciudadanos y la abstención de Podemos.

El secretario general del PSOE se comprometió a someter a votación entre las bases del PSOE el acuerdo resultante de la ronda de negociaciones, lo que -según el protocolo previsto por él mismo- le dejaría sólo 48 horas de margen. Sin embargo, sigue actuando como si tuviera tiempo de sobra para recabar apoyos.
El pasado viernes los equipos negociadores de PSOE y Ciudadanos admitían haber hecho "avances sustanciales" para la investidura, y este domingo el secretario de organización socialista, César Luena, ha asegurado que es "optimista" respecto del encuentro a cuatro previsto este lunes con Podemos, Compromís e IU.

Las dos barajas

Si para los militantes del PSOE puede resultar desconcertante no saber aún si esperan un acuerdo de la mano de Albert Rivera o condicionado por Pablo Iglesias, a los negociadores de una y otra formación les exaspera el juego a dos barajas de Sánchez.
De ahí la advertencia del número dos de Ciudadanos, José Manuel Villegas, en el sentido de que conforme pasan las horas "el acuerdo global está en riesgo". En el lado opuesto de la otra mesa de negociaciones, Mònica Oltra (Compromís) recordaba al PSOE que los números "no le salen con Ciudadanos".

Hay que interpretar la posición aparentemente ambigua del PSOE y las presiones del resto de los partidos en el contexto de una negociación en la que tan importante es el resultado como la apariencia. Los responsables de la negociación se ven obligados no sólo a satisfacer las expectativas de sus partidos sino a no aparecer ante sus votantes como los culpables de que el bloqueo institucional empuje a España a nuevas elecciones. Sobre todo cuando los sondeos pronostican un resultado similar al registrado el 20-D.

El promedio de las encuestas realizadas desde enero, que publicamos en EL ESPAÑOL, arroja una foto idéntica a la de los últimos comicios con un ligero incremento de 1,3 puntos para Ciudadanos. La inicial polarización del voto (en favor de PP y Podemos) se habría corregido, de lo que se desprende que el proceso de negociaciones ha beneficiado a PSOE y Ciudadanos, y que los electores castigarían a los responsables de un nuevo periodo de tensión electoral.

Culpables del bloqueo

La ronda de negociaciones se ha convertido en un tira y afloja en el que todos los participantes intentan no aparecer como responsables de una situación de bloqueo que cada día harta más a la sociedad. La posibilidad de que, si se repiten las elecciones, España se vea en la misma situación que ahora dentro de seis meses es muy alta y no beneficia a ningún partido.

Pedro Sánchez es consciente también de que a Iglesias no le conviene ni hacerse una foto en el Congreso votando en contra de su investidura junto a Rajoy, ni ir a elecciones con sus confluencias en armas, ni aparecer ante los electores de izquierdas como el principal obstáculo para el cambio. El dirigente socialista aprovecha este escenario para intentar el más difícil todavía. Puede lograrlo pero gobernar en esas circunstancias sería otro cantar.