El desafío separatista tiene también su frente en el extranjero. Una de las primeras decisiones de Puigdemont fue crear una Consejería de Asuntos Exteriores con Raül Romeva al frente. El Gobierno catalán insiste en que la intención de este nuevo departamento, al igual que el de las nuevas delegaciones en el extranjero que planea abrir inminentemente, es simplemente proyectar la cultura catalana y captar inversiones y turismo. Un bulo más. Con esta representación internacional los independentistas intentan controlar la narrativa sobre el proceso separatista a escala internacional. Además de un claro reto al Estado, esta política supone un gasto enorme que, tal y como hoy desvelamos, se realiza en perjuicio de la ayuda a la cooperación. En 2010 la Generalitat presupuestó casi 40 millones de euros para ONG. En 2015, 7, 2 millones. Sin embargo, la acción exterior se lleva ya casi 10 millones. Una vez más, los separatistas demuestran que están dispuestos a sacrificar cualquier objetivo con tal de lograr su meta.

La negligente actuación del Ayuntamiento de Madrid, que el lunes inició el derribo de monumentos franquistas en la capital, ha provocado una apertura de diligencias que podría terminar con un expediente sancionador contra la alcaldesa. Sin previo aviso, el Ayuntamiento de Manuela Carmena ha retirado el monolito que honraba al alférez provisional de la plaza Felipe IV, al igual que la lápida al falangista José García Vara, sin dar conocimiento a la Dirección General de Patrimonio, tal y como obliga la ley. También está prevista la eliminación de al menos cinco vestigios del franquismo para los próximos días, como parte del plan anunciado por Ahora Madrid para cumplir la Ley de Memoria Histórica. Sin embargo, con esta acción apresurada la alcaldesa incumple la Ley de Patrimonio, una normativa que no se puede soslayar. Carmena, que ha sido jueza, debería ser la primera en respetar y cumplir con la legislación. La retirada de símbolos franquistas es adecuada, pero no debería hacerse por las bravas y sin observar la normativa

El caucus de Iowa, que marca el inicio de la temporada de primarias en Estados Unidos, ha estado lleno de sorpresas. En primer lugar, ha supuesto un revés para Donald Trump: el controvertido magnate y favorito de los republicanos en las encuestas ha obtenido el 24,3% de los votos, frente al 27,7% del hispano Ted Cruz. El senador ultraconservador ha sido sin duda el vencedor, pero no es el único con motivos para la celebración. Con el 23,1% de los votos, Marco Rubio se sitúa en una posición competitiva y sus expectativas son alentadoras. El senador cubano-americano, que está más cercano al establishment y se considera más moderado entre los republicanos, tiene posibilidades de convencer a los indecisos a la hora de competir contra un demócrata. Enfrente, el socialista Bernie Sanders ha quedado virtualmente empatado con Hillary Clinton en la lucha por la candidatura del Partido Demócrata, una hazaña considerable para alguien que hasta el inicio de la campaña era prácticamente un desconocido. El caucus de Iowa abre lo que será una larga y disputada lucha por la Casa Blanca.