Desde que el capitalismo ha entrado en fase agonizante, los defensores y beneficiarios del sistema han conseguido incrementar su fijación anal por el planeta Tierra. Joderlo hasta llegar a las entrañas y que emita quejidos acompañados de movimientos sísmicos, inspira cachondez y beneficio económico.

Todo un logro para una sociedad que parece haber sido estructurada por capricho de un Gran Mercader. Mientras tanto, mientras el capitalismo corre veloz a su derrumbe, los habitantes del planeta sufrimos las consecuencias. Porque cuando no se respeta al planeta, tampoco se están respetando los derechos humanos.

“¿Nuclear? No, gracias”, decía la consigna de mi época. Un lema ecologista que, con el paso del tiempo, fue traicionado por muchos de los que lo utilizaron en su día, vendiendo el planeta a precio puta. Ahora nos vienen con el llamado fracking, que bien se puede llamar fucking, por ser asunto jodedor que consiste en penetrar contra natura al planeta hasta conseguir el estallido orgásmico. Una estimulación libre de pecado y bendecida por un capitalismo de capital gaseoso.

Cuando los números carecen de moral y se convierten en destellos sobre las pantallas líquidas de los ordenadores, cuando la felicidad de los países se mide por un absurdo Producto Interior Bruto, cuando esto sucede, los cimientos del sistema no sirven; están picados por la polilla de la codicia. El ejemplo es el tuit que encabeza la pieza de hoy y que revela la barbarie de compra-venta edificada sobre este capitalismo 3.0.

Si seguimos considerando dinero, trabajo y suelo como mercancías, no conseguiremos dar la vuelta al guante de una manera eficaz para que la economía deje de determinar la vida del planeta. Hasta que no lo consigamos, cualquier cateto, por el simple hecho de tener dinero, podrá comprar el mundo con todos sus habitantes dentro.

Si comprendiéramos que somos gusanos y que la tierra no nos pertenece, que pertenecemos a ella, si comprendiéramos lo más sencillo, el planeta nos lo agradecería y nuestros vecinos también.Desmercantilizar las relaciones sociales no es un capricho, es una medida ecológica. La naturaleza puede vivir sin nosotros pero nosotros no podemos vivir sin ella. 

Por todo, desde mi chica condición de gusano carnívoro, larvado en el cadáver de un sistema que ya huele a podrido, no voy a contestar el tuit del tal Michele di Sei, tan sólo puedo mostrarlo como ejemplo de que el capitalismo es perjudicial para la salud del planeta. Diga lo que diga Felipe González.