Como ha desvelado en exclusiva EL ESPAÑOL, varios escritores -entre ellos José Manuel Caballero Bonald, Antonio Gamoneda, Antonio Colinas o Javier Reverte- se enfrentan a condenas y multas por cobrar los derechos de autor al tiempo que cobran la pensión de jubilación. El problema no es exclusivo de los escritores: según la reforma de las pensiones que el Gobierno ejecutó a partir de enero de 2013, cualquier creador, desde las artes plásticas a la música, está obligado a decidir entre uno de los dos ingresos. Que un premio Cervantes haya sido multado por este hecho resulta absolutamente ridículo. Resulta más absurdo todavía que dos ministerios difieran sobre esta cuestión: mientras que a Hacienda no le importa que los creadores jubilados sigan cobrando los derechos de autor para ingresar impuestos, Empleo prefiere que dejen de cobrar su pensión para ahorrárselo del presupuesto. Con estas multas se desincentiva la creación artística, uno de los valores fundamentales de cualquier sociedad, y condenamos a los autores a decantarse por el silencio y por la desaparición.

En los últimos 12 meses, la valoración bursátil de Twitter ha caído más de un 50%. Su precio es ahora de 13.000 millones de dólares, una cifra que dista un abismo de los 280.000 millones de valoración de Facebook. Según los analistas, el principal problema de la empresa liderada por Jack Dorsey es su falta de rentabilidad, ya que la publicidad, su principal vía de ingreso, no es suficiente para enjugar las pérdidas. Tampoco crece en usuarios: en el último trimestre sólo 4 millones de personas se han unido a la red social. Ninguna de las medidas que la empresa ha llevado a cabo para evitar este declive han sido efectivas. La última propuesta de aumentar el número de caracteres de los tuits de 140 a 10.000, que no se llegó a probar, causó confusión y polémica entre sus usuarios. Los expertos coinciden en lo mismo: la red social ha sido incapaz de responder a las altas expectativas que ha generado desde su fundación, ya que no ha logrado ni establecer una estrategia para atraer a una cifra mayor de usuarios ni una vía de ingresos suficiente.

Un día después del acto de investidura del nuevo presidente de la Generalitat, el Gobierno de Cataluña ha anunciado que Artur Mas abandonará su escaño en el Parlament. Esta dimisión, que implica la pérdida de su condición de aforado en el caso de la consulta del 9N en el que está imputado, no ha sido del todo una sorpresa, ya que se rumoreaba que el ex presidente catalán tenía dudas sobre permanecer en la cámara. Sin embargo resulta improbable que con esta decisión Mas pretenda abandonar la primera línea de la política. Al renunciar a su escaño, el líder de Covergència podría intentar clonar el modelo del PNV, en el que el presidente del partido dirige la política de la formación en las instituciones. Estando fuera de la Cámara Mas puede dedicarse a intentar reconstruir su partido, que se encuentra prácticamente destrozado, y seguir manejando los hilos en el Gobierno a través del hombre que ha elegido para sucederle. Queda por ver si Carles Puigdemont se prestará a ser el hombre de paja de su antecesor o si tiene en mente una hoja de ruta distinta.