Opinión El merodeador

Merodeos

18 noviembre, 2015 01:47

La seguridad del Madrid-Barça tiene que estar garantizada

La delegada del Gobierno de Madrid, Concepción Dancausa, tiene que garantizar la seguridad del derby del sábado. Un partido de fútbol entre el Real Madrid y el Barça constituye un acontecimiento deportivo de primera magnitud. Es decir, lo mismo puede servir para catalizar la respuesta ciudadana frente a la amenaza terrorista, como ha ocurrido en el estadio de Wembley con motivo del amistoso entre Inglaterra y Francia, que convertirse en la plataforma idónea para que los yihadistas cumplan sus objetivos. El Estado Islámico no puede condicionar la vida cotidiana en Occidente: esto supondría un triunfo para los islamistas radicales. Sin embargo, ante la mínima sospecha de peligro las autoridades tendrían que suspender el partido, como ha sucedido este martes en Hannover, con el encuentro que debía enfrentar a Alemania y Holanda, y en Bruselas con el Bélgica-España.

Maniobra de Convergència para presionar a la CUP

Los lamentos del candidato convergente al Congreso, Francesc Homs, sobre las dificultades del bloque independentista para "culminar" la ruptura con España forman parte de una estrategia de presión a la desesperada. Homs intenta condicionar la hoja de ruta separatista a la investidura de Mas -pese a que la CUP sí votaría a favor de Romeva- con la intención de que el secesionismo apremie a los anticapitalistas para que permitan la reelección del presidente en funciones aunque sea tapándose la nariz. Con todo, no está claro que Convergència sea capaz de condicionar la posición maximalista de la CUP. Hasta ahora, más bien ha sido al revés y las encuestas demuestran que el tactismo de Más sólo ha favorecido a la plataforma de Antonio Baños. Es improbable que el soberanismo dé lugar a una convocatoria de nuevas elecciones divididos y con Ciudadanos al alza. Pero el modo en que Convergència y y Artur Mas explicitan que el futuro de Cataluña está en manos de una coalición antisistema resulta patético.

La deuda estratosférica hipoteca a las generaciones futuras

La deuda pública española continúa su escalada y ha vuelto a alcanzar un máximo histórico: 1,062 billones de euros, lo que supone un 99,46% del PIB, una cifra que supera en siete décimas el objetivo que se marcó el Gobierno para finales de año. Desde su entrada en Moncloa en diciembre de 2011, Mariano Rajoy se ha mostrado incapaz de atajar el incremento de la deuda, hasta el punto de que España debe casi lo mismo que el valor total de lo que produce en un año. El descontrol ha sido absoluto porque cuando el PP llegó al Gobierno la deuda pública era del 66% respecto al PIB. Cada español debe 23.000 euros, 8.000 más que hace sólo cuatro años. Unas obligaciones tan desmesuradas suponen un lastre para el futuro ya que un alto porcentaje de los Presupuestos tendrá que ser destinado a afrontar el pago de los intereses. Las generaciones venideras son las perjudicadas. El Gobierno intenta quitar hierro al asunto asegurando que la refinanciación de la deuda pasa por un gran momento. El argumento es falaz porque esto sucede gracias a los bajos tipos de interés que ahora establece el Banco Central Europeo y esta política puede cambiar en cualquier momento.

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