La sorpresiva destitución del exJefe de Estado Mayor de Defensa Julio Rodríguez como vocal de la Real y Militar Orden de San Hermengildo parece más una represalia del ministro de Defensa, tras el fichaje del general por Podemos, que la consecuencia lógica de una falta disciplinaria, como pretende hacer ver Pedro Morenés. Es cierto que el ahora candidato de Podemos debió omitir sus opiniones políticas cuando, tras conocerse su inclusón como número dos en la lista al Congreso por Zaragoza, fue preguntado por el desafío independentista. Sin embargo, también es verdad que el general ya había anunciado su intención de pasar a una situación de retiro para iniciar su carrera política sin las cortapisas propias del estamento castrense en lo que atañe a la libertad de expresión. Julio Rodríguez debió esperar a hacer declaraciones políticas hasta que se tramitara su solicitud, pero esta sanción pretende presentar como radical exaltado a quien fue jefe de la cúpula del Ejército.

Convergència se presentará a las elecciones generales con un nuevo nombre -Democràcia i Llibertat-, el tercero que utiliza en los últimos siete meses. El partido hegemónico durante décadas, el que representaba a la burguesía catalana, ha acabado subsumiendo sus siglas en esperpénticas coaliciones y siendo rehén de grupos radicales y anntisistema de izquierdas. Por el camino ha perdido a Unió, ha asistido al embargo de 15 sedes, a la imputación de su fundador y alma máter, con toda la familia detrás; ha visto entrar en prisión a su tesorero... El partido que encarnaba el nacionalismo moderado no puede ya plantearse concurrir a unas elecciones con sus siglas. Y todo, para nada. No deja de ser llamativo que el mismo día que CDC daba a conocer su nueva marca, el padre del Tratado de Lisboa, Jean Claude Piris, haya reiterado en una entrevista con EL ESPAÑOL que ningún país europeo reconocerá una declaración de independencia del Parlamento catalán.

Josep Soler, miembro de la ESMA (Autoridad Europea de Mercados y Valores), denuncia en una entrevista con EL ESPAÑOL que las entidades bancarias siguen aprovechándose de la ignorancia financiera de sus clientes. Los bancos venden ahora fondos de inversión como si fueran depósitos muy rentables y seguros, cuando precisamente suponen lo contrario: la asunción de más riesgo en busca de una mayor ganancia que nunca está asegurada. Algunos bancos explotan la escasa rentabilidad de los depósitos a resultas de los bajos tipos de interés para vender estos productos como un sustitutivo más estable y beneficioso. Con el escándalo de las preferentes todavía vivo, y miles de demandas en curso, algunas entidades bancarias, lejos de aprender de sus errores, han decidido diseñar un nuevo subterfugio legal para sacar el máximo partido de la falta de cultura financiera de algunos de sus clientes. Los órganos reguladores deben ponerse sobre el asunto para impedir que las entidades actúen de mala fe.