El rastreo de la fortuna del 'clan Pujol' ha dinamitado la estrategia defensiva del expresidente de la Generalitat y arroja más dudas sobre su origen. Requerido por la Audiencia Nacional, que investiga el dinero en paraísos fiscales de Jordi Pujol Ferrusola, el Andbank ha remitido un manuscrito fechado en 2001 por el entonces presidente catalán, Jordi Pujol, en el que admitía que el dinero depositado a nombre de su hijo era en realidad suyo: es decir, el primogénito era su testaferro. Este documento prueba que el ex Molt Honorable mintió a la opinión pública, al juzgado que lo investiga en Barcelona y al Parlament cuando aseguró que los 8,5 millones descubiertos en Andorra procedían de los ahorros que su padre, el industrial Florenci, legó a su mujer e hijos 25 años atrás. Cada vez más indicios apuntan a que toda la familia actuó de forma coordinada, por lo que la Audiencia Nacional debería unir en una sola causa todas las investigaciones relativas a los Pujol.

Manuela Carmena ha dado vía libre a la Operación Canalejas, pese a que existen fundados indicios de que el empresario Juan Miguel Villar Mir ha destruido un patrimonio histórico incalculable para levantar un centro comercial, un hotel de lujo y 22 viviendas de alto 'standing' uniendo siete edificios emblemáticos de la capital. Es incomprensible que el Ayuntamiento permita desarrollar este macroproyecto sin aguardar las conclusiones de un expediente por expolio incoado por la anterior corporación, sin tener en cuenta la paralización de las obras ordenada el viernes por un juez, ignorando las quejas de asociaciones de vecinos y obviando que la propia OHL admite "errores" en la demolición. Una cosa es que Ahora Madrid no esté en contra de las "grandes operaciones urbanísticas", como insospechadamente ha subrayado el concejal de Urbanismo, y otra distinta que Carmena mire para otro lado, incumpliendo además su programa, con tal de congraciarse con Villar Mir.

Una fotografía de Pedro Sánchez de 36 metros cuadrados cubre la fachada de Ferraz. El PSOE opta por el culto al líder como estrategia y por el atractivo de su candidato como principal mensaje de campaña, al mismo tiempo que minimiza la exhibición de unas siglas que el ciudadano asocia a la vieja política. Aunque es cierto que la imagen de Pedro Sánchez puede resultar más amable que la del áspero Rajoy, está por ver si esta apuesta es suficiente para que el PSOE despegue. Otros dirigentes socialistas, como Tomás Gómez o el valenciano Jorge Alarte, también decidieron explotar su figura en 2011 y ambos fracasaron estrepitosamente. Este excesivo personalismo no es privativo del PSOE, ya que Ciudadanos y Podemos muestran a sus respectivos líderes como reclamo, pero resulta llamativo en un sistema parlamentario en el que los españoles votan candidaturas de partidos y no presidentes.

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