Manifestantes en Alhucemas, Marruecos, este jueves.

Manifestantes en Alhucemas, Marruecos, este jueves. Reuters

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"Los millennials árabes no llegarán al poder hasta dentro de 15 años"

El historiador de la Universidad de Michigan Juan Cole analiza que queda de la Primavera Árabe.

3 junio, 2017 01:38

Durante 18 días la plaza Tahrir de El Cairo fue la capital del descontento, el epicentro de una Primavera Árabe de la que han pasado ya más de seis años. Las imágenes de decenas de miles de jóvenes plantando cara a la represión de estados autoritarios en países como Egipto, Túnez o Libia siguen en las retinas de todos. Cayeron gobiernos y prendió la sensación de que el cambio político sería arrollador. Sin embargo, aunque fueron los jóvenes los que salieron a las calles para exigir una transformación, el relevo generacional no se ha producido.

El historiador de la Universidad de Michigan Juan Cole (Alburquerque, 1952) ha estudiado a la ‘generación Y’ de los países árabes, nacidos en las dos últimas décadas del siglo pasado, los también llamados millennials. “El poder político de estos jóvenes está en las calles, en el activismo, pero sobre todo en Internet. Es ahí donde han crecido y donde siguen. Para que alguno de los líderes que protestaron en las calles llegue a la política hace falta sobre todo tiempo”, reflexiona Cole en una conversación con este diario tras una conferencia en Casa Árabe. 

Este influyente ensayista especializado en el mundo árabe recuerda que para entrar en política, muchos de estos países exigen un requisito que los líderes del futuro no pueden saltarse: “En países como Egipto la edad mínima para poder optar a un escaño es 30 años. Creo que pasarán más de 15 años hasta que veamos a los millennials de la primavera árabe en el poder político”, explica.

Como buen historiador, Cole recurre al pasado para explicar el retraso en la incorporación de estos jóvenes a la primera línea política. Durante la primavera de 1968 en Praga, el joven Vaclav Havel se convirtió en un referente de la disidencia. Tuvo que caer el muro de Berlín para que en 1989 se convirtiera en el primer presidente de la República Checa. “Los cambios políticos en estas sociedades llevan tiempo”, asegura el autor de Los nuevos árabes: cómo la generación millennial está cambiando Oriente Próximo'.

El ADN de la generación

¿Qué marca la diferencia esta nueva generación? “Han crecido con Internet, gracias a YouTube o a las redes sociales pueden estar informados de lo que pasa en EEUU o en Europa y aprender idiomas y formarse una opinión de lo que pasa fuera de sus fronteras sin necesariamente sin salir de casa”, describe Cole.

Y no sólo les interesa lo que pasa fuera de su país. Sus principales aspiraciones son conseguir más derechos y más democracia, dos de los principales reivindicaciones que corrían por las plazas de los países de la Primavera Árabe. “Han sufrido y vivido en regímenes autoritarios. Ahora son unos verdaderos militantes de la libertad de expresión y la ejercen sobre todo gracias a Internet”. La red de redes sirvió para extender las protestas.

En Túnez, las cifras de ciudadanos jóvenes con conexión a Internet se han duplicado cada año. En 2009, un 90% de la población tenía un teléfono móvil y había casi un millón de usuarios de Facebook. En un país con 10 millones de habitantes. Los números son parecidos en Egipto, donde un 46% de la población en las ciudades estaba conectada en 2012.

Menos religiosos

Pero la cuestión digital sólo fue uno de los canales que permitió la expansión de la Primavera Árabe. “La corrupción generalizada y los presidentes que se querían aferrar al poder de por vida fue la motivación definitiva que lanzó a estos jóvenes a las calles para intentar conquistar el cambio”, resume Juan Cole.

Otra de los rasgos destacados en el ADN de esta nueva generación que quiere transformar Oriente Próximo y el norte de África es su discreto distanciamiento de la religión. “Depende mucho del país, pero por ejemplo la juventud de Túnez, Líbano o Marruecos es mucho menos religiosa que la generación anterior. No es que sean ateos pero creen que debe ser un asunto privado y el Estado debe dedicarse a otros temas más importantes para ellos, como a buscar soluciones para el elevado desempleo que sufren”, explica el historiador de la Universidad de Michigan.

La asignatura pendiente de los millennials árabes es la brecha de género. “La cultura en esta materia es muy distina”, admite Cole, “en algunos países persiste incluso la segregación y las mujeres tienen muy difícil sobresalir en la esfera pública”. Pero hay excepciones.

Los vídeos de Asmaa Mahzouf en YouTube antes y durante la revuelta en Egipto se hicieron muy populares. Se atrevió a denunciar públicamente la brutalidad policial y las humillaciones que sufrieron muchos de los manifestantes. Un ejemplo más reciente es el de Nawal Benaisa, que se ha convertido en la líder de las protestas del Rif marroquí tras la reciente detención de Nasser Zafzafi. La cárcel ha sido el destino de muchos de los líderes jóvenes de estos movimientos, pero los números de la cantera auguran que las detenciones no pararán a esta generación.

La edad media de los 370 millones de árabes que hay en el planeta es 24 años. “Puede que la Primavera Árabe se extinguiera ya pero los millennials árabes sólo acaban de empezar su tarea de transformar la región”, concluye Juan Cole.