Un peshmerga kurdo vigila en las inmediaciones de Mosul.

Un peshmerga kurdo vigila en las inmediaciones de Mosul. Ahmed Jadallah Reuters

Oriente Próximo

La verdadera liberación de Mosul comienza ahora con el enemigo escondido entre las víctimas

Sólo dos semanas han sido necesarias para entrar en el bastión iraquí del EI, donde el enemigo se camufla con los que más sufren.

2 noviembre, 2016 02:28

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La noticia más esperada de los últimos meses por la coalición internacional que lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico junto al Gobierno iraquí y las milicias kurdas cada vez está más cerca. Las fuerzas iraquíes han conseguido entrar en la ciudad de Mosul, el principal bastión del EI en Irak, después de dos semanas de batalla en las afueras de esta urbe desde donde el líder terrorista Al Bagdadi proclamó el califato de ese “Estado Islámico” -con su versión violenta y tergiversada del islam- que pretende crear matando.

En la mañana de este martes, las fuerzas iraquíes entraron en el barrio periférico de Kukyeli, en el extremo oriental de la ciudad, después de que el lunes un general iraquí anunciara la entrada también por el este de Mosul. Pero la conquista más importante llegó cuando tomaron la televisión de Mosul en ese barrio de Kukyeli.

"Tomar la televisión de Mosul significa tomar la ciudad", aseguró el jefe de las operaciones conjuntas iraquíes, el teniente coronel Taleb Shagatik. "En este momento, nuestras tropas están dentro del edificio de la televisión de Mosul. Es una buena noticia para el pueblo de Mosul, porque es cuando realmente hemos empezado a liberar la ciudad", apuntó.

La reconquista de este enclave -de importancia simbólica además de estratégica- lleva meses cocinándose y tanto Bagdad como Washington -que lidera la coalición internacional que da soporte directo desde el aire pero también a nivel logístico y formativo para los militares iraquíes- preveían que la toma de Mosul costara semanas o incluso meses. Sólo quince días después de comenzar la operación que dejará herido de muerte al Estado Islámico -al menos en cuanto a su control territorial- el panorama pinta mejor de lo esperado.

Los avances se fueron produciendo con mayor rapidez de la esperada desde la primera semana, como confirmaron las fuerzas iraquíes. Pero ahora comienza la etapa más compleja: la batalla urbana en la que se considera la segunda ciudad más grande de Irak y que hoy mantiene una población aproximada de 1,2 millones de habitantes, donde diferenciar al enemigo entre las víctimas no siempre será sencillo.

Queda por ver qué resistencia podrán oponer los 3.000-4.500 terroristas del EI que -se estima- ofrecen la contraofensiva, aunque sólo una tercera parte estén preparados realmente para el combate, como indicó el investigador principal en Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano, Félix Arteaga, a EL ESPAÑOL poco antes de iniciarse la batalla de Mosul. Pero no sólo se trata de su poder militar o capacidad de combate, sino de la baza de un brutal crimen de guerra que los terroristas parecen dispuestos a jugar, como presuntamente han hecho en otros lugares anteriormente:

Los escudos humanos.

Era y es una de las grandes preocupaciones de la operación militar para retomar Mosul. “La batalla va a cambiar, puesto que nuestra principal preocupación en la seguridad de los civiles”, ha dicho el portavoz del Ejército iraquí, el brigada general Yahya Rasul, según el Wall Street Journal. “Nada será fácil, porque estamos luchando contra un enemigo engañoso que se esconde entre civiles”, ha reconocido.

Naciones Unidas ha advertido de que el EI ha intentado trasladar a unas 25.000 personas en las últimas horas al centro de la ciudad, previsiblemente para ser usadas como escudos humanos. La semana pasada, el organismo ya avisó de que 8.000 familias -con una media de 6 miembros cada una- habían sido forzadas a acudir a la ciudad desde las afueras con el mismo propósito. En un solo día -el pasado miércoles- el Estado Islámico mató a 232 personas, 42 de ellas civiles, en Mosul.

El asesor especial de la ONU para la Prevención del Genocidio, Adama Dieng, condenó este martes los secuestros, ejecuciones y el uso de civiles como escudos humanos que la propia Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha confirmado como perpetrados por el EI. Pidió que se recopilen pruebas para poder juzgar a los criminales y advirtió de que es "probable que el EI aumente esas tácticas conforme avancen las operaciones militares", informó la agencia Efe.

Además, Dieng se hizo eco de informaciones que hablan del uso de armas químicas y ataques a miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes y sus familias, aunque no han podido ser corroboradas por ningún organismo.

Se estima que en Mosul siguen viviendo unos 600.000 menores, la mitad aproximada de su población actual. Save the Children ha advertido repetidamente sobre el peligro que corren los niños de la ciudad y, como las demás organizaciones humanitarias, ha pedido que se abrieran corredores para que la gente pudiera huir antes de la batalla. Algunos lo han conseguido.

"La situación es tan mala... Me gustaría poder quitarme todo este polvo de encima", comenta Ikhlas en un testimonio recogido por Unicef en uno de los campos de refugiados acondicionados antes del asalto a la salida de Mosul. La niña tiene 6 años y ha conseguido huir de la violencia en Mosul. Unas 18.000 personas han podido salir de la ciudad y alrededores en las últimas semanas.

El peligro del enfrentamiento sectario

El Instituto estadounidense para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés) ha mostrado su preocupación por la participación en los últimos días de milicias chiítas en la ofensiva sobre el terreno, liderada por las fuerzas iraquíes con la importante colaboración de los peshmergas kurdos. Las milicias chíítas lanzaron una operación el pasado 29 de octubre sobre el eje occidental de Mosul para recuperar el distrito de Tel Afar, donde hay ciudadanos turkmenos chíitas. Las milicias incluyen a Asa’ib Ahl al Haq (AAH), considerado grupo terrorista por Estados Unidos. Pero sobre todo el problema es que puede avivar los enfrentamientos sectarios de la población iraquí.

“La presencia de (estas) milicias complicará la operación de Mosul y su éxito en la derrota así como en la prevención del resurgimiento de grupos insurgentes en territorios reconquistados”, indicó el Instituto en un análisis de la situación este lunes, cuando ya había surgido una primera información sobre la entrada de fuerzas iraquíes en la ciudad.

“Muchas de las milicias tienen un historial de abusos sectarios contra la población civil suní y podrían llevar a cabo represalias contra los pueblos de mayoría suní por los que pasen, como hicieron durante las operaciones previas anti Estado Islámico en Faluya [ciudad a unos 50 kilómetros de Bagdad] y Tikrit [a casi 200 kilómetros de la capital]”, señala el análisis del Instituto para el Estudio de la Guerra. “Ataques sectarios podrían llevar a las poblaciones suníes a o bien buscar protección fuera del Gobierno iraquí, incluido el EI, o convertirse en un asidero al que agarrarse para otros insurgentes, como el resurgir del Al Qaeda en Irak”, añade.

Bagdad quería evitar la participación de las milicias chiítias para no propiciar un enfrentamiento sectario y convertir la batalla de Mosul en una guerra de religiones, pues ello fue en gran parte lo que facilitó la entrada en esta ciudad del Estado Islámico hace ya casi dos años y medio. La mayoría suní de Mosul se sentía marginada y abandonada por el Gobierno central chiíta y apoyaron en gran parte la declaración del “califato” desde allí, ante las promesas de un futuro mejor de los terroristas de los que por aquella época poco se conocía aún.

Pocos dudan ya de que la mayoría se habrán arrepentido de aquel apoyo a los asesinos una vez que han sido testigos y víctimas directas de su violencia. Pero Bagdad deberá demostrar que no deja abandonados a su suerte de nuevo a estos iraquíes tras arrebatar el poder al EI aquí para conseguir que la ciudad pueda revivir.

Raqa, siguiente objetivo

Después de Mosul, el único gran enclave que quedará en manos del grupo terrorista, será la ciudad siria de Raqa. El Daesh, otra denominación para el Estado Islámico proveniente de su acrónimo en árabe, considera esa ciudad en el noreste de Siria su capital. Allí un enfrentamiento será más complicado, debido a la guerra civil que se libra en el país, pero es imprescindible tomar esa ciudad para una derrota de estos terroristas.

Eso sí, los expertos advierten de que arrebatar sus bastiones al Estado Islámico no significa una derrota total. Sí les quita su principal baza y uno de los factores que hacen a este grupo terrorista más fuerte probablemente que ningún otro antes: el control territorial total de algunas zonas, con la base organizativa que ello supone. Incluso si supusiera el fin del EI, nadie puede garantizar que no resurja otro movimiento radical y asesino con los mismos tintes.